Javier Nadal, presidente de la AEF.

Con ocasión del XV aniversario del especial «101 Fundaciones», que este mes de noviembre se distribuye conjunta e inseparablemente con la revista Consejeros, el presidente de la Asociación Española de Fundaciones, Javier Nadal, repasa con Almudena Díez la actualidad del sector…

¿Por qué es tan difícil sacar adelante en el Parlamento la reforma de la ley de Mecenazgo cuando cuenta con el apoyo de todos los grupos?

Lo cierto es que no es una iniciativa del Gobierno, y tal vez por eso la situación actual de la tramitación parlamentaria es un poco kafkiana. Es una propuesta de un grupo parlamentario ajeno al Ejecutivo pero que contó con casi todos los apoyos, y de hecho el Partido Popular (PP), que no votó expresamente a favor, estaba sin embargo también a favor. Probablemente la demora se debe a que el Gobierno tiene pre- visto hacer su propia Ley, queremos pensar que es eso. Pero a la vista de que no hay plazos de tiempo que lo hagan factible, lo que pedimos es que esta reforma vaya adelante. Ha habido trámite de enmiendas, que han tardado mucho en abrirlo, de modo que si se continúa con la Ponencia, y si nadie la bloquea, la ley termina.

La propuesta de reforma la hizo el PdeCat. ¿En qué medida eso está comprometiendo su tramitación?


Tal vez se estén negociando más cosas de forma simultánea, pero eso más que un problema puede ser hasta una oportunidad que se puede aprovechar. El PdeCat ha sido siempre especial- mente sensible con el tema de las fundaciones y ha demostrado un gran conocimiento de las mismas. En ese sentido, creo que tiene el res- peto y el reconocimiento del resto del arco parlamentario. Ahora bien, a la hora de emitir un voto, cada uno es muy privado y muy particular.

La anterior Ley tiene ya 20 años… ¿no es demasiado tiempo?


En 20 años el mecenazgo ha cambiado muchísimo, hay muchas iniciativas por el mundo que merece la pena considerar y además cuando esa Ley nació ya lo hizo un poquito coja en algunas cosas. Los niveles de incentivos fisca- les siempre han estado por debajo del resto, por ejemplo. En realidad, buena parte de las reivindicaciones para la nueva ley consisten en ajustar los desajustes que tiene la actual. Por ejemplo, cuando se hacen interpretaciones que para nosotros son “extremistas”, es decir, cuando se dice que una donación tiene que carecer de todo ánimo de lucro y se considera sin embargo que nuestros reconocimientos a los donantes son un lucro, aunque no sea económico. Este tipo de desajustes, de interpretaciones, son los que queremos corregir. Y también, cómo no, abrir nuevas vías de mecenazgo, como la inversión de impacto, el hecho de poder incentivar en función de los resultados que se obtienen; esto para el caso de quienes quieren que su donación sea como una inversión en tanto quieren formar parte directa de la iniciativa. Es decir, que la desgravación fiscal sea mayor si se consiguen los objetivos marcados.

La inversión de impacto, que aquí es muy- muy incipiente, sería sin embargo un gran factor de transformación de la economía social, ¿no? Apenas existen Creas, Ship2B y alguna más…

Sí, son muy activos y además muy orientados a la innovación y a la modernización del sector, y a usar herramientas del mundo empresarial aplicadas a la filantropía. Pero este tipo de acciones o iniciativas, si no está bien definido el marco se puede confundir con que es una actividad con ánimo de lucro. Como cada vez hay figuras más modernas, hace falta una ley abierta a nuevos conceptos que puedan aparecer en breve. Abierta a nuevas formas de filantropía que puedan surgir y que de hecho surgirán.

 «El ratio de donaciones en España, aproximadamente, está en que recibimos un 30% de empresas y un 10% de personas».

¿Podría resumir de forma clara y sucinta las principales reivindicaciones de esta reforma?

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