INFORME

101 FUNDACIONES • anuario 2022

ENTREVISTA

“El Protectorado debería ser un punto de apoyo a las fundaciones, no un obstáculo”

JAVIER NADAL,
Presidente de la Asociación Española de Fundaciones

“Lo que nos desgravamos en España todos los mecenas está en torno a 700 millones. Pero es que ese dinero se convierte en 15.000 millones de aportación”

¿Por qué es tan difícil sacar adelante en el Parlamento la reforma de la ley de Mecenazgo cuando cuenta con el apoyo de todos los grupos?
Lo cierto es que no es una iniciativa del Gobierno, y tal vez por eso la situación actual de la tramitación parlamentaria es un poco kafkiana. Es una propuesta de un grupo parlamentario ajeno al Ejecutivo pero que contó con casi todos los apoyos, y de hecho el Partido Popular (PP), que no votó expresamente a favor, estaba sin embargo también a favor. Probablemente la demora se debe a que el Gobierno tiene previsto hacer su propia Ley, queremos pensar que es eso. Pero a la vista de que no hay plazos de tiempo que lo hagan factible, lo que pedimos es que esta reforma vaya adelante. Ha habido trámite de enmiendas, que han tardado mucho en abrirlo, de modo que si se continúa con la Ponencia, y si nadie la bloquea, la ley termina. 

La propuesta de reforma la hizo el PdeCat. ¿En qué medida eso está comprometiendo su tramitación?
Tal vez se estén negociando más cosas de forma simultánea, pero eso más que un problema puede ser hasta una oportunidad que se puede aprovechar. El PdeCat ha sido siempre especialmente sensible con el tema de las fundaciones y ha demostrado un gran conocimiento de las mismas. En ese sentido, creo que tiene el respeto y el reconocimiento del resto del arco parlamentario. Ahora bien, a la hora de emitir un voto, cada uno es muy privado y muy particular. 

La anterior Ley tiene ya 20 años… ¿no es demasiado tiempo?
En 20 años el mecenazgo ha cambiado muchísimo, hay muchas iniciativas por el mundo que merece la pena considerar y además cuando esa Ley nació ya lo hizo un poquito coja en algunas cosas. Los niveles de incentivos fiscales siempre han estado por debajo del resto, por ejemplo. En realidad, buena parte de las reivindicaciones para la nueva ley consisten en ajustar los desajustes que tiene la actual. Por ejemplo, cuando se hacen interpretaciones que para nosotros son “extremistas”, es decir, cuando se dice que una donación tiene que carecer de todo ánimo de lucro y se considera sin embargo que nuestros reconocimientos a los donantes son un lucro, aunque no sea económico. Este tipo de desajustes, de interpretaciones, son los que queremos corregir. Y también, cómo no, abrir nuevas vías de mecenazgo, como la inversión de impacto, el hecho de poder incentivar en función de los resultados que se obtienen; esto para el caso de quienes quieren que su donación sea como una inversión en tanto quieren formar parte directa de la iniciativa. Es decir, que la desgravación fiscal sea mayor si se consiguen los objetivos marcados.

La inversión de impacto, que aquí es muy-muy incipiente, sería sin embargo un gran factor de transformación de la economía social, ¿no? Apenas existen Creas, Ship2B y alguna más…
Sí, son muy activos y además muy orientados a la innovación y a la modernización del sector, y a usar herramientas del mundo empresarial aplicadas a la filantropía. Pero este tipo de acciones o iniciativas, si no está bien definido el marco se puede confundir con que es una actividad con ánimo de lucro. Como cada vez hay figuras más modernas, hace falta una ley abierta a nuevos conceptos que puedan aparecer en breve. Abierta a nuevas formas de filantropía que puedan surgir y que de hecho surgirán. 

¿Podría resumir de forma clara y sucinta las principales reivindicaciones de esta reforma?
Primero, que la reforma de ley se haga, que ya es una reivindicación. Segundo, modernizar la ley. Tercero, aumentar la transparencia. Que nuestro sector pueda participar también en la selección de sectores de actividad favorecidos por los Presupuestos Generales, algo que hoy es potestad exclusiva del Gobierno. Cuarto, mejorar la participación de la ciudadanía, porque la única reforma que se ha hecho en 20 años en la ley actual es la del micromecenazgo. Esa reforma la impulsamos nosotros para que haya precisamente más apoyo individual, al margen del de las empresas. El ratio de donaciones en España, aproximadamente, está en que recibimos un 30% de empresas y un 10% de personas. Las pequeñas aportaciones que mucha gente hace parecen despreciables, o simbólicas, pero hacen que los proyectos a los que están destinados esas micro-donaciones sean más estables que los que están “soportados” en una única empresa. Y eso es sociedad civil.

Pero eso una ley no lo puede hacer. Quienes apoyamos “simbólicamente” no lo hacemos por el IRPF…
Sí, pero el que no lo ha hecho nunca encuentra un incentivo en esa devolución de sus aportaciones. No es motivar a los que ya están o estáis en el circuito, sino en incentivar que otros entren.

¿Más reivindicaciones?
Sí. No todas las instituciones o actividades sin ánimo de lucro están amparadas por la ley de mecenazgo. Bueno, pues pedimos que el listado de las entidades sea público para que la gente sepa si es o no una entidad confiable.

Decía también usted que una de sus reivindicaciones es reconocer y poner en valor a los mecenas… ¿Cómo puede hacerse eso?
Sí, por ejemplo. Un mecenas pone dinero para organizar un concierto anual conmemorativo de algo, y a cambio recibe una entrada para acudir a ese concierto. Pues resulta que Hacienda considera que no es mecenas porque ha recibido un beneficio económico, que es la entrada. Otro ejemplo. Si una entidad recibe una donación y por la razón que sea no emite a tiempo o en forma el certificado que permite al donante justificar su donación ante Hacienda, la responsabilidad recae sobre la entidad y sobre el donante, y eso queremos que cambie: no es responsabilidad del donante.

¿Esas cosas ocurren…?
Sí, es absurdo, pero es así. Por eso a veces es tan complicado explicar lo que reivindicamos.

¿Cómo sería un tratamiento fiscal adecuado para las donaciones?
Nosotros siempre hemos estado pidiendo los porcentajes de Francia, como referencia. Estamos en el 30 y pico por ciento y en Francia están alrededor del 60%. Pero no es solo una cuestión de porcentajes, es también una cuestión de límites. Si tú quieres hacer una fundación patrimonial y quieres poner un gran capital estás limitado por ley a no poder deducir más del 10% de los ingresos de un año, y ni siquiera puedes aglomerar los ingresos de varios años, cosa que las empresas sí que pueden. Por eso, el sistema en realidad facilita más que se hagan fundaciones de empresa que fundaciones de personas, pese a que la ley dice que una fundación es un patrimonio afecto a un fin. Por eso creemos que facilitar que haya fundaciones patrimoniales grandes es importante.

¿De modo que se trata de igualar los beneficios fiscales de particulares y empresas?
Exacto. Ahora mismo es más seductor crear una fundación corporativa que una patrimonial, pese a que estas últimas son, digámoslo así, “más humanas”, más del fundador.

¿Deberíamos inspirarnos en Estados Unidos como modelo?
Aquí todas las fundaciones se crean con el ánimo de “supervivencia infinita”, con lo que la ley obliga que los beneficios obtenidos de su patrimonio sean para renovar su patrimonio. Bueno, pues en EEUU (creo que también en Reino Unido) tú puedes hacer una fundación para llevar a cabo una determinada misión, hasta que esa misión acabe. No tienes por qué estar renovando el patrimonio. Bien, pues esa figura aquí, a día de hoy, no puede existir. Nosotros no queremos que la ley reformada diga exactamente eso, pero sí que ampare en el futuro otros modelos de fundación que nacen adaptadas a estos tiempos cambiantes.

Sería bueno saber cómo es la situación del mecenazgo en España y cómo es en Europa.
Como sector fundacional, en España somos grandes. Nosotros somos como institución la más grande de Europa después de Alemania. Pero lo nuestro tiene más mérito, porque es con menores incentivos. Tenemos una cifra que también es de impacto: 8.000 millones de euros anuales en actividad. Solo en el sector fundaciones, sin incluir cultura ni investigación ni otras asociaciones o entidades del Tercer Sector.

¿Cuál es el papel del sector fundacional ante crisis sobrevenidas, como puede ser la Covid-19 o la guerra de Ucrania?
Nosotros somos una parte complementaria del sector público, porque este no llega a todo. La economía de los cuidados, por ejemplo, mantiene gran parte de su actividad en la participación voluntaria de fundaciones. Pero hay crisis y crisis. Ucrania no está tan cerca de nuestro alcance como lo ha estado la Covid-19, donde sí hemos estado a pie de cañón. Yo digo a veces que nosotros somos la última milla de la solidaridad española. Y hablo de nosotros como Tercer Sector en general, no solo de fundaciones.

¿Quiere decir que el Tercer Sector responde con más agilidad y mejor que las administraciones?
Totalmente. También es verdad que cada uno juega su papel. El Estado aporta por ejemplo prestaciones a través de la Renta Mínima de Inserción, en el caso de personas en riesgo de pobreza. Pero luego esas personas siguen necesitando un trabajo y siguen necesitando reinsertarse en la vida laboral. Pues ese trabajo lo están haciendo principalmente fundaciones y asociaciones que conocen bien esos colectivos.

En España, según sus cifras, hay 9.218 fundaciones activas. ¿Eso es mucho, es poco…? ¿No hay además una cierta competencia entre ellas? ¿No es un sector poco proclive a la cooperación?
Hay competencia. También a veces lo que hay es un orgullo de pertenencia muy fuerte. De esas 9.000 muchas llegan a muchos sitios precisamente porque son pequeñas, porque están centradas en problemas muy concretos. Entonces, aunque dos o más trabajen en proyectos parecidos consideran siempre que “mi proyecto es mejor”, y “no vamos a mezclarnos”. Entonces, y aunque nosotros trabajamos por esa idea, es difícil que se unan o se fusionen. De hecho, uno de los premios que tenemos es el de la cooperación. En cualquier caso, cuando hablamos de 9.000 fundaciones hay que aclarar que apenas 5.300 tienen empleados, otras 3.000 son tan pequeñas que no tienen empleo. Y de esas 5.300 aproximadamente el 30% tienen un presupuesto inferior a 30.000 euros.

De las 9.000 fundaciones españolas apenas 5.300 tienen empleados. Y de esas 5.300 aproximadamente el 30% tiene un presupuesto inferior a 30.000 euros

La propia Ley de Fundaciones es otra de sus reivindicaciones, al margen de la ley de Mecenazgo…
La Ley de Fundaciones claro que necesita modernizarse, pero en ese sentido las cosas que estamos diciendo son las que deberían contemplarse. Permitir fundaciones cuyo fin no sea sobrevivir eternamente, por ejemplo. La mejora del modelo de supervisión. Para esto no es necesario cambiar la ley, sino implantar un modelo distinto. Otra cosa, y tampoco hace falta cambiar la Ley: el protectorado tiene que ser un órgano mucho más profesional, que sea un órgano colegiado en el que sea posible hacer un debate interno antes de tomar decisiones que puedan afectar a muchos y muy diversos ángulos. ¿Quién si no, a título personal, puede o se atreve a decidir si los fines de una determinada fundación han dejado de ser de interés general? Aunque de modo finalista todo dependa de una decisión judicial, tendrá previamente que ser una decisión colegiada, ¿no?

¿El protectorado depende del Ministerio de Cultura?
Así, es, pero todas las autonomías tienen al menos uno también. Su misión es garantizar que se cumple el designio del fundador. ¿Problema? Entre otros, que ese protectorado tiene su propia y particular forma de admitir las cuentas de las fundaciones, no se adapta al modelo general de contabilidad que impera en las empresas. Con lo cual, todo es mucho más complicado y hay que buscar incluso gestorías especializadas en la forma de presentar esas cuentas. Creo sinceramente que el Protectorado debería ser un punto de apoyo a las fundaciones, no un obstáculo.

Por terminar con la transparencia, ¿no debería ser muy fácil para cualquier persona acceder directamente a la información de las fundaciones?
Uno de los requisitos que nosotros pedimos a las fundaciones para que formen parte de la Asociación es que publiquen los nombres de los patronos y las cuentas en su web o que las publiquen en la nuestra, en el caso de que no tuvieran web. Tenemos también una escuela de patronos con el fin de trasladar a los patronatos los principios de buen gobierno que ya están aplicando muchas empresas privadas. Ser patrono no es solo un honor, es una responsabilidad personal también en el sentido de que debe mantener la fundación, trabajar por ella e incluso responder con su propio patrimonio.

¿Acabará debidamente reconocida la figura del mecenas?
El mejor reconocimiento al mecenas es que se mueva la ley del Mecenazgo. Anualmente, según datos oficiales, lo que nos desgravamos en España todos los mecenas está en torno a 700 millones de euros. Esa es la cifra que le cuesta a Hacienda el sistema de incentivos fiscales. Pero es que ese dinero se convierte en 15.000 millones de aportación. Y además generan sociedad civil, porque son personas que voluntariamente se movilizan en actividades a las que no llega el Estado del Bienestar. Es decir, los incentivos son una palanca: de cada euro que Hacienda desgrava genera 20 euros de actividad individual. Dicho en otras palabras, se cierra un círculo en el que no hay perjuicios para el Estado. •••

“Nosotros somos, como institución, la más grande de Europa después de Alemania. Pero lo nuestro tiene más mérito, porque es con menores incentivos”

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