Carme Torras y Carlos Balaguer en la Fundación Ramón Areces.

Carme Torras, investigadora del Institut de Robótica (CSIC-UPC), destaca los retos éticos y los desafíos que plantean los asistentes robóticos en su relación con las personas.

“La cuarta revolución industrial que estamos viviendo se caracteriza por dos factores claves: un exponencial auge de las tecnologías y una estrecha colaboración con las máquinas. Antes de lo que pensamos, usaremos coches con un alto nivel de autonomía y estaremos rodeados de robots que convivan con nosotros. La robótica será clave en esa nueva sociedad tecnológica que cambiará nuestra forma de vivir el día a día, de trabajar, la educación y el ocio. Cada humano tendrá un robot que le planche, le ayude a vestirse…” Así lo ha asegurado Carlos Balaguer, Director de la Asociación Europea de Robótica euRobotics, en una mesa redonda organizada en la Fundación Ramón Areces por esta institución y la Real Sociedad Matemática Española sobre ‘Las matemáticas en los nuevos avances en robótica’. Balaguer ha añadido que “la robótica moderna está estrechamente ligada a la Inteligencia Artificial”. “El máximo exponente de la Robótica son los robots humanoides que se desarrollan no solamente para tener apariencia de cuerpo humano, sino también para contar con un alto nivel cognitivo en la interacción humano-robot, creando el concepto de emboded intelligence”.

Balaguer, catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática en la Universidad Carlos III de Madrid, lidera un equipo en el Robotics Lab de este campus, donde desarrolla, en colaboración con otros centros punteros mundiales, robots humanoides de tamaño natural. Su última versión es el humanoide TEO. En ese proyecto interdisciplinar participan ingenieros eléctricos y mecánicos, informáticos y matemáticos. “Las principales aplicaciones de TEO se centran en la locomoción bípeda en interiores, bi-manipulación de objetos cotidianos, percepción 4D del entorno e interacción multimodal con los usuarios. Hemos enseñado a TEO a doblar ropa, planchar, ser camarero, acompañante y muchas más aplicaciones de colaboración humano-humanoide”, ha explicado.

En esta mesa redonda, Balaguer ha compartido puntos de vista con Carme Torras, directora de un equipo en robótica asistencial en el Instituto de Robótica e Informática Industrial (CSIC-UPC). La también autora de libros para promover el debate ético como La mutación sentimental ha afirmado que “la combinación de robots autónomos, inteligencia artificial e Internet de las cosas ofrece inmensas posibilidades para mejorar la vida de las personas en los próximos años, pero también supone algunos riesgos”. “Se plantean, por tanto, retos tecnocientíficos y éticos”, ha añadido.

La investigación de su equipo está centrada en la robótica asistencial de ayuda a alimentar o vestir a las personas con movilidad reducida, proporcionar terapia cognitiva… Según ha añadido, la necesidad de funcionar en entornos dinámicos centrados en el ser humano plantea importantes desafíos de investigación: “Los asistentes robóticos deben tener interfaces amigables, ser altamente adaptables y personalizables, intrínsecamente seguros para las personas, así como capaces de manejar materiales deformables como la ropa”. Y ha admitido que la manipulación versátil de prendas de vestir

por robots ampliaría considerablemente su rango de aplicación, “no solo en el contexto asistencial de ayuda a estas personas más dependientes, sino también en la logística hospitalaria y la gestión de los retornos en la venta online”. Estos son los retos abordados en el Proyecto CLOTHILDE , financiado por el European Research Council con una de sus Advanced Grants. •••