Alfred H. Barr Jr., Diagrama de la evolución estilística del arte de 1890 a 1935 en Cubism and Abstract Art. Nueva York: Moma, 1936. Archivo Lafuente
> 11 octubre 2019 – 12 enero 2020
> Fundación Juan MArch
> Madrid
Más de 350 obras –pinturas, esculturas y representaciones diagramáticas– integran esta exposición que ha sido coproducida con el Museo Picasso Málaga.
Si la historia del arte se compone de objetos destinados a ser vistos, ¿no debería ser también muy visual el modo de contarla? Lo cierto es que en ella ha prevalecido la narración textual y abstracta sobre la visual y concreta. La exposición Genealogías del arte, o la historia del arte como arte visual trata de compensar esa carencia exponiendo las diferentes formas visuales de narrar esas historias.
Los espacios de la exposición
La exposición se ha dividido en tres secciones: la primera y la última muestran de modo ejemplar y no exhaustivo representaciones visuales de la historia del arte –desde un concepto ampliado de esa historia– llevadas a cabo por artistas, diseñadores, ilustradores, historiadores, ensayistas, poetas y escritores, críticos y teóricos del arte, desde los árboles genealógicos del Renacimiento hasta los diagramas modernos y contemporáneos y las presentaciones virtuales que se pueden encontrar hoy en la red. La segunda, centro de la muestra, se toma tan en serio la pregunta inicial acerca de la visualidad de la historia del arte como para proponer un experimento visual, consistente en materializar una de esas representaciones –uno de esos diagramas– en el espacio expositivo.
El diagrama elegido para el experimento es el célebre que Alfred H. Barr, Jr., fundador en 1929 del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y su primer director, compuso para la sobrecubierta del catálogo de una exposición pionera, Cubism and Abstract Art, celebrada en esa misma sede en 1936. Con su diagrama, Barr pretendía hacer visible la genealogía del arte moderno desde 1890 hasta 1936 que reconstruía en la exposición y argumentaba por extenso en los textos que escribió para el catálogo correspondiente. La exposición “coloca” el diagrama en el suelo del espacio expositivo y sustituye las referencias a artistas y movimientos por obras reales, comprobando así la plausibilidad visual de la genealogía del arte moderno presentada por Barr.
La exposición reúne un amplio elenco de artistas y autores relacionados con el pensamiento visual e incluye las más variadas representaciones visuales de ese pensamiento: árboles genealógicos, tablas, alegorías y diagramas elaborados en un lapso temporal que va desde el siglo XV hasta hoy. En números absolutos, la suma asciende aproximadamente a trescientos treinta artistas y autores, alrededor de trescientas cincuenta obras y más de un centenar de documentos.
Con todo, Genealogías del arte, o la historia del arte como arte visual está muy lejos de ser una muestra colectiva o una exhibición temática centrada en una selección de representaciones de la historia del arte que tienen en común la curiosidad de no estar basadas mayoritariamente en textos, ilustrados o no. Es más bien una exposición sobre modos de narrar visualmente una historia (la del arte), hecha desde una posición curatorial específica, con un pie puesto en la práctica curatorial y otro en el pensamiento visual, en determinadas teorías literarias y en los trabajos propios de los Visual Studies. También es una exposición sobre otra exposición: la extraordinaria Cubism and Abstract Art; y también una muestra sobre el creador del primer museo de arte moderno del mundo y el primer “curador” en el sentido contemporáneo de esa palabra, Alfred Hamilton Barr, Jr. (1902-1981). Por los dos últimos motivos, Genealogías del arte, o la historia del arte como arte visual constituye además un ejercicio de reconstrucción del que quizá haya sido el intento más ambicioso (y temprano) de dotar al arte de la primera mitad del siglo XX de un canon en toda regla y de una genealogía que abarca casi tres generaciones.
Genealogías del arte, o la historia del arte como arte visual aspira a hacer visible un panorama de representaciones visuales lo suficientemente amplio como para complementar las presentaciones discursivas habituales de la historia del arte, intentando salir del cauce seco que separa las denominadas “dos historias del arte”: la escrita desde el conocimiento especializado por los académicos y la de la divulgación inespecífica del arte que, al parecer de muchos, se deja ver en tantas exposiciones. Esta exhibición es un intento de vadear el cauce de un río, el que deberían compartir la investigación académica y la investigación curatorial, por el que descienden aguas a veces turbulentas y emocionantes. •••