La rueda de la luz, lámina 29 de la serie “Historia natural” de Max Ernst.

La fundación Juan March muestra en su museo de Cuenca una de las producciones más curiosas del dadaísta Max Ernst.

La casualidad tiene bastante que decir en la Historia del arte. Si Antoni Tàpies no hubiera padecido tisis a los 18 años no hubiera descubierto su vocación artística durante aquella larga convalecencia y seguramente hubiera sido abogado. También una lesión impidió a Eduardo Chillida continuar con su carrera como portero de fútbol en la Real Sociedad y optar por el arte. Esa gran casualidad también está detrás del descubrimiento de técnicas pictóricas como el goteo o ‘dripping’ del expresionista abstracto Jackson Pollock o del ‘frottage’. La invención -también fruto del azar- se le atribuye a Max Ernst (Brühl, Alemania, 1891-París, Francia, 1976), figura fundamental del dadaísmo y el surrealismo. Fue en el verano de 1925 cuando frotó con un lápiz una hoja de papel que estaba sobre una tabla de parqué en la habitación de un hotel cerca de Nantes.

Así descubrió que al dibujar con lápices o ceras en un papel sobre una superficie rugosa, ya fuera madera, migas de pan, alambres u hojas… conseguía nuevas sensaciones y texturas a las que luego añadía paisajes, objetos y criaturas fantásticas. Ernst llamó a estas composiciones “surrealismo automatizado” porque dejaba que el subconsciente guiara su mano sin más condicionamientos que el propio azar.

Afán de conocimiento

La técnica captó tanto su atención que recurrió a ella muchas veces a lo largo de su carrera. Hasta el 24 de marzo, la Fundación Juan March presenta en en el Museo de Arte Abstracto Español, ubicado en las Casas Colgadas, 34 estampas del porfolio ‘Histoire naturelle’ (Historia natural) que el artista produjo en 1925 y publicó un año más tarde en París con prólogo de su colega Jean Arp. La exposición, que después viajará a la sede de esta institución en Palma de Mallorca, se completa con una serie de documentos del surrealismo. También se proyecta el documental sobre Max Ernst dirigido por Peter Schamoni en 1991 con motivo del centenario del artista.

“En sus inicios no fue ajeno a las influencias expresionistas, cubistas y futuristas del momento, pero su insaciable afán de saber y su gran versatilidad lo condujeron por un camino de continua búsqueda y de ruptura en el que empleó numerosos materiales y técnicas. Realizó una gran cantidad de collages y ‘frottages’, reuniendo elementos dispares en una nueva red de signifi cados y transfi riendo al papel imágenes ocultas de lo real”. Así lo explica Manuel Fontán del Junco, director de museos y exposiciones de la Fundación Juan March. “Las láminas que conforman ‘Histoire naturelle’ están pobladas de paisajes enigmáticos y formas que transitan entre lo mineral, lo vegetal y lo animal, configurando un misterioso conjunto de visiones, fantasías y sueños”, añade.

Max Ernst escribió el prólogo de esta Historia natural cuando se publicó por primera vez. E incluyó esta “moraleja”: “No temamos caer en la infancia del arte. No molestemos a esos ciegos que por la noche bailan sobre los tejados de nuestras ciudades y campos. Más enamorados de la vida que vivos, no buscan más que el vivir, no quieren ver. Saludemos los mares que se elevan. También a las lunas”. •••

El 200 cumpleaños del Museo del Prado

La casualidad también ha querido hacer coincidir esta muestra sobre Max Ernst en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca con una de las obras maestras del Museo del Prado, que está celebrando su 200 aniversario con una particular gira. Así, quienes se acerquen hasta las Casas Colgadas a ver las estampas del dadaísta también podrán visitar la exposición temporal con ‘San Francisco en oración’ de Francisco de Zurbarán (en este caso hasta el 22 de febrero). La pintura de 1659 está acompañada por obras de artistas españoles contemporáneos que confiesan un vínculo especial con el genial sevillano y por unos cuadernos de bocetos de Fernando Zóbel realizados en sus visitas al Museo del Prado.

FECHAS: hasta el 22-02-2019
CIUDAD: Cuenca