Beatriz Echeverri, María Isabel Porras Gallo y Pablo Martín-Aceña en el coloquio de la Fundación Ramón Areces sobre Pandemias y economía a lo largo de la Historia

Pablo Martín-Aceña: “Hay más millones de microbios que de personas. Esto es una lucha permanente”

 

La Fundación Ramón Areces ha querido analizar cómo se ha comportado el binomio ‘Pandemias y economía a lo largo de la Historia’ con un debate online. Pablo Martín-Aceña, catedrático de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Alcalá de Henares, ha asegurado que “después de una gran pandemia nada sigue igual, todo cambia en los ámbitos de la economía, de la sociedad y de las instituciones”. “Todas las pandemias son parecidas, pero diferentes a la vez, y todas provocan efectos demográficos devastadores”. Martín-Aceña ha dejado claro que “hay más millones de microbios y de microorganismos que de personas, que además ellos están antes que nosotros, y que la lucha con ellos es permanente”.

El profesor Martín-Aceña ha recordado las crisis sanitarias globales antes de la llegada del Covid-19: “La primera de las grandes pandemias tuvo lugar en época del emperador bizantino Justiniano, entre mediados del siglo VI y finales del siglo VIII. En aquella ocasión, la peste se extendió por la cuenca del Mediterráneo hasta los confines del Imperio persa y asoló a un tercio de la población. La segunda fue la tristemente célebre Peste Negra, que apareció a mediados del siglo XIV y se prolongó hasta finales del siglo XVIII. Se estima que pudo desaparecer en ella la mitad de la población. La tercera tuvo lugar con la llegada de los conquistadores españoles a América, que extendieron por esas tierras sus enfermedades. La cuarta gran pandemia es mucho más reciente: la gripe de 1918. De corta duración, menos de tres años, fue de una virulencia extrema, en particular en Europa y coincidió con los meses finales de la Primera Guerra Mundial. Mató a 50 millones de personas y ha dejado una huella imborrable en la Historia más contemporánea. Todos son desastres demográficos asociados a enfermedades contagiosas. Ha habido muchas más, pero éstas han sido las más letales”, ha resumido.

Martín-Aceña ha destacado cómo las consecuencias económicas no siempre han sido las mismas. Sobre la peste negra ha extraído estas conclusiones: “Al afectar sobre todo a una población de entre 20 y 40 años, redujo significativamente la mano de obra y los campos se quedaron sin cultivar, tampoco había quien atendiera el ganado… Quienes sobrevivieron tuvieron una situación económica mejor. La productividad tendió a aumentar y hubo un descenso en las rentas de la tierra. También mejoró el nivel de vida de los trabajadores. Al incrementarse los salarios, lograron acceder a alimentos de mejor calidad, no solo a cereales, sino también a carne, huevos y leche. La peste negra trajo mayor bienestar a los supervivientes. Tuvo un efecto nivelador de rentas en una sociedad extremadamente desigual”.

Situación distinta fue la vivida tras la gripe de 1918-1919: “Entre esos dos años, la renta mundial cayó un 6,2%. Por habitante, la caída fue del 10%. El consumo descendió por ejemplo en los casos de Estados Unidos o La India en un 16% y en un 15,5%. Aquella pandemia tuvo efectos directos sobre la producción y aún desconocemos si los efectos ahora van a ser del mismo calibre”.

Este historiador de la Universidad de Alcalá de Henares ha recordado al filósofo y economista británico de finales del siglo XVIII Robert Malthus, quien defendía que debía de haber un equilibrio entre población y recursos. “Según él, cuando la población sobrepasaba el límite de los recursos, se activaban una serie de mecanismos para restablecer el equilibrio. Eso sucedió en el siglo XIV, la peste vino a restablecer ese equilibrio poblacional”, ha sentenciado.

Sobre las lecciones aprendidas de todas estas pandemias, ha recordado que la primera vez que se estableció una cuarentena fue en 1377 en la actual Dubrovnik, después ampliada a las ciudades italianas de Venecia, Florencia, Pisa, Génova… “Estamos comprobando que estas medidas que estamos tomando ahora no son nada nuevas. El confinamiento perimetral equivale a los cordones sanitarios y lo que ahora llaman aislar poblaciones eran las cuarentenas. Ni lo uno ni lo otro lo hemos inventado nosotros”, ha expresado Martín-Aceña. Y ha concluido su intervención destacando la importancia de la investigación científica.

En este coloquio organizado por la Fundación Ramón Areces también ha intervenido María Isabel Porras Gallo, doctora en Medicina y catedrática de Historia de la Ciencia de la Facultad de Medicina de Ciudad Real de la Universidad de Castilla-La Mancha y autora del libro ‘La gripe española, 1918-1919’ (Libros La Catarata, 2020). Sobre esta enfermedad ha destacado que “aunque la afectación más famosa fue la de 1918-19, sabemos que la gripe ha acompañado al hombre desde los primeros asentamientos neolíticos y sus primeros contactos con animales”. Sobre el uso de materiales de protección para prevenir los contagios, ha recordado imágenes de telefonistas en Estados Unidos y Nueva Zelanda usando mascarillas.

“En la pandemia de 1918-19, a los médicos y enfermeros les tocó atender a la población con medidas y personal insuficientes porque buena parte de los equipos estaban desplazados al frente para curar a los soldados”. Entre las consecuencias económicas de aquella tragedia, ha recordado Porras Gallo cómo hubo que invertir más para atender y alimentar a quienes tenían dificultades, en concreto a los numerosos huérfanos que dejó la pandemia. En cuanto a las lecciones aprendidas, “esta vez nos ha venido después de la crisis mal resuelta de 2008”. “Ya teníamos un deterioro del empleo, una globalización que ha provocado una dependencia de China como fábrica del mundo… Cuando se han querido tomar medidas, no había ni equipos de protección individual. No es de recibo que en el siglo XXI el personal sanitario no haya dispuesto de esos recursos. Parece que aprendemos poco. En 1919, los médicos españoles aprovecharon para llamar la atención sobre el retraso que tenían entonces y se hizo un planteamiento muy interesante con varios proyectos de ley sucesivos para mejorar esa situación, corregir deficiencias sanitarias e instaurar seguros sociales y evitar desigualdades”. Y ha lanzado un último mensaje: “Deberíamos aprender que es muy importante la investigación y lograr la ansiada vacuna, pero que eso no es todo, que hay un contexto y unas circunstancias que, si no se cambian, volveremos a sufrir”.

En la misma línea se ha pronunciado Beatriz Echeverri, doctora en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense: “Tenemos que prepararnos para las próximas pandemias porque habrá más. Cada vez hay más enfermedades emergentes. Por ejemplo, nos faltan días para recibir otra pandemia de la gripe y tenemos que estar preparados”. A juicio de Echeverri, autora del libro ‘La gripe española, la pandemia de 1918-19’ (CIS, 1993), “cuesta trabajo entender cómo España tardó tanto en tomar medidas contra el Covid-19”. “Si estaba en China y estaba claro que venía para acá… Hoy en día todas las enfermedades infecciosas van a acabar contagiando al mundo entero. La epidemia del SARS de 2003 tuvo bastante menor incidencia y países como Corea del Sur aprendieron a controlar la infección, a prevenir con el uso de mascarillas, a rastrear, algo que aquí no hemos podido hacer”. •••