Debate online: ‘El compromiso de Estados Unidos y la Agenda Mundial sobre el Cambio Climático ¿Siempre nos quedará París?’, en la fundación Ramón Areces
“Recientemente, hemos logrado compromisos en cambio climático inimaginables hace tan solo cinco o siete años”. Robert Falkner, director de Investigación del Instituto Grantham sobre Cambio Climático y Medio Ambiente de la LSE, se ha declarado optimista tras la decisión de la Administración de Estados Unidos de reincorporarse al acuerdo de París, pero ha reconocido también que quedan desafíos pendientes. Así lo ha asegurado en una Conversación online organizada por la Fundación Ramón Areces y la London School of Economics (LSE) para analizar el estado actual de la lucha contra el cambio climático tras 18 meses de pandemia. Para Falkner, “2021 va a significar un año importante para el cambio climático por el retorno de Estados Unidos al acuerdo de París, lo que le da más confianza y tiene un efecto multiplicador en otros países que están asumiendo compromisos para reducir sus emisiones con objetivos concretos de aquí a los años 2030 y 2035”. También ha reconocido que la celebración de la conferencia COP-26 en noviembre en Londres va a dar un nuevo impulso a este movimiento, que “no es solo de los Gobiernos, sino que se extiende más allá a compañías, instituciones de todo tipo, comprometidas en reducir sus emisiones”.
Pero en el capítulo de las sombras, este experto de la LSE ha reconocido que Joe Biden se ha comprometido a reducir sus emisiones de aquí al año 2030 en un 50% o 55%, pero al mismo tiempo siembra dudas sobre lo que finalmente conseguirá. “Sus promesas siguen siendo algo turbias. No encontramos, por ejemplo, ninguna referencia en su estrategia a los precios del carbón, algo que se ha demostrado clave para reducir las emisiones. Ellos confían en las ingentes inversiones que están llevando a cabo en materia de energías renovables y en soluciones tecnológicas, pero no sabemos si todo ello será suficiente. Sobre el papel, sus propuestas no son tan convincentes como deberían”, ha añadido.
Para el director de Investigación del Instituto Grantham sobre Cambio Climático, en los últimos 18 meses, marcados por la pandemia, se han reducido las emisiones de gases y esto ha sido palpable en la atmósfera. Pero a su juicio, también hay otras enseñanzas que extraer de la covid-19: “Esta pandemia nos ha dado la oportunidad de repensar muchas cosas, sobre los viajes, sobre la forma de trabajar, sobre el equilibrio entre trabajo y familia… Y también sobre la manera que tenemos de percibir los diferentes riesgos que afrontamos en la vida. El cambio climático es ahora mejor entendido y visto como algo que no solo forma parte o depende de los poderes públicos, sino de todos los ciudadanos. La pandemia nos ha enseñado que, si ignoramos los riesgos a largo plazo, sufriremos las consecuencias. Y también nos ha abierto la mente y nos ha hecho entender que el cambio climático no solo se traduce en un aumento de los incendios forestales o de las inundaciones, sino que puede atacar a la base de nuestra economía y de nuestras vidas. Hemos sido capaces de ceder temporalmente importantes derechos y libertades en favor de los Gobiernos para atajar una situación coyuntural, por lo que se ha probado también la necesidad de contar con Gobiernos fuertes”, ha destacado durante su intervención en la Fundación Ramón Areces.
Falkner ha compartido impresiones en esta materia con Bernice Lee, directora fundadora del Hoffmann Center for Sustainable Resource Economy y directora de investigación en este instituto. Han coincidido en que la pandemia ha ayudado a cambiar la mentalidad, por ejemplo, sobre la necesidad de los viajes: “Se ha demostrado que son importantes para poder ir a ver a tu familia que vive lejos, pero igual no es tan necesario volar 10 horas para luego realizar una intervención de 20 minutos, ni siquiera de 30 minutos”. También se ha mostrado de acuerdo con Falkner en que “ahora el problema también está en las economías en desarrollo que se están abriendo paso, si van a estar dispuestas a asumir esos compromisos de Estados Unidos y China sobre la reducción de emisiones, porque eso impediría su despegue”.
Para Bernice Lee, este año está siendo importante para observar todo lo que acontece en el campo diplomático relacionado con la agenda del clima. “Tememos que ver, por ejemplo, cómo evolucionan las relaciones de Estados Unidos y China, y estaremos atentos a qué dan de sí las promesas de la Administración Biden. Hay mucho escepticismo sobre lo que finalmente hará China, tras los últimos anuncios de reducir sus emisiones de carbono de forma considerable para 2030 y 2060. Esa estrategia debe traducirse en objetivos por provincias y sectores. También el debate se centra ahora en el control de las emisiones no solo de sus países dentro de sus fronteras sino más allá de ellas”.
Para Adam Austerfield, profesor asociado en LSE IDEAs y LSE Cañada Blanch Centre, aunque el cambio en la administración estadounidense en enero de 2021 ha revitalizado la agenda mundial sobre cambio climático, sin embargo, “siguen existiendo desafíos significativos para una política mundial inclusiva, cohesionada y eficaz, no solo por parte de los principales emisores de carbono como China, Estados Unidos, Rusia, India y Japón, sino también entre los más afectados por las limitadas políticas mundiales de cambio climático que no abordan aspectos como el importante impacto en el aumento del nivel del mar, el calentamiento global, la desertificación y el aumento del volumen y la intensidad de los desastres relacionados con el clima”. •••