Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco |En estos 25 años hemos apoyado a 625.000 personas en su acceso al empleo, generando 105.000 puestos de trabajo para ellas. Personas con discapacidad, mujeres vulnerables, mayores de 45 y de 55 años en largo desempleo. Y cada persona es única, un proyecto en si misma.

La inclusión laboral de las personas más vulnerables de nuestra sociedad ha sido y es todo un reto, en el que se van dando importantes pasos. En torno a este desafio se creó en 1999 la Fundación Adecco, como el exponente más visible de la responsabilidad social asumida por el grupo Adecco, con el objetivo de impulsar el empleo de las personas con discapacidad, los mayores de 45 años desempleados de larga duración, las mujeres con responsabilidades no compartidas y/o víctimas de la violencia de género y otras personas en riesgo de exclusión social.

Nuestra misión social permanece intacta pero se profesionaliza día tras día, en respuesta a las demandas sociales, a través de un equipo altamente competitivo, compuesto por más de 300 profesionales y un modelo de intervención cada vez más eficiente, siempre nutriéndonos del trabajo en red con el grupo Adecco y aspirando a la mejora continua, gracias a nuestra cercanía con el tejido empresarial y con las personas que lo tienen más difícil.

La transparencia siempre ha sido nuestro valor guía. Lideramos el ranking de transparencia de las fundaciones empresariales del sector servicios y hemos sido la primera fundación empresarial cumplidora de los 7 principios de Transparencia y Buenas Prácticas establecidos por Lealtad Instituciones. Bajo este principio rector, durante estos 25 años, hemos apoyado a 625.000 personas en su acceso al empleo, generando 105.000 puestos de trabajo para ellas. Sin duda, la clave del éxito radica en esa atención exclusiva que se le brinda a cada persona. En nuestro modelo de trabajo no cabe la uniformidad, sino la personalización: apostamos por conocer de cerca a las personas para entender bien qué necesitan y cuáles son las mejores opciones para su desarrollo profesional. A partir de ahí, diseñamos itinerarios de empleo individualizados, enfocados en exprimir al máximo el potencial de cada uno, siempre aspirando a obtener resultados sostenibles en el tiempo.

Oportunidades reales

Durante el último año, hemos fortalecido nuestros programas de empleo dirigidos a las personas con discapacidad (Cantera de Talentos, Salud Mental, Proyecto Unidos y Plan Familia), así como las iniciativas enfocadas en otras personas en riesgo de exclusión (mujeres vulnerables, personas mayores de 45 años en situación de desempleo de larga duración, mayores de 55 años o personas con certificado de exclusión social). Pero, insisto, cada persona es única y constituye un proyecto en sí misma.

“Hay un cambio de mentalidad sin precedentes en lo que respecta a la inclusión laboral de las personas con discapacidad”

Sin embargo, nuestra misión social no podría materializarse sin la implicación de otros agentes clave: la empresa, como genera- dora de empleo, y la Administración Pública, como generadora del contorno propicio para que la inclusión laboral sea una realidad. Con las empresas sucede lo mismo que con las personas: no hay dos casos iguales. Cada organización tiene su propia cultura corporativa y un grado de madurez diferente de sus políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DE&I). Por este motivo, es imprescindible conocer bien su realidad, necesidades, objetivos y expectativas, para diseñar una estrategia de DE&I que de respuesta a estas variables y permitan obtener resultados de alto impacto.

En los últimos años, hemos asistido a un cambio de mentalidad sin precedentes en el seno de las organizaciones, particularmente en lo que respecta a la inclusión laboral de las personas con discapacidad. Por supuesto pesa mucho el cumplimiento legal, pero poco a poco empiezan a emerger otras variables. Por ejemplo, la competitividad. Cada vez más, las empresas perciben a las personas con discapacidad como profesionales con talento que pueden aportar un gran valor a la organización. Y también, de forma creciente, las compañías tienen voluntad de generar una huella positiva en la sociedad, apoyando la inclusión laboral de las personas que lo tienen más difícil.

Ahora el reto es transformar este empeño en resultados verdaderamente tangibles. Durante el último año hemos insistido en la necesidad de transformar los procesos de selección en procesos de inclusión, para que, por ejemplo, las personas con discapacidad intelectual, sistemáticamente excluidas de la selección tradicional, tengan oportunidades reales de superar una entrevista de trabajo.

Por otra parte, va a ser decisiva la implicación de todas las administraciones y la colaboración público-privada. Las políticas activas de empleo son la llave para cualificar a las personas más vulnerables. En una sociedad que cambia a un ritmo vertiginoso, el aprendizaje permanente es la verdadera política tractora del país y la fórmula más certera de empleo sostenible. Un empleo que no es un fin en sí mismo, sino un medio para que las personas en riesgo de exclusión se equiparen al resto de la población y puedan normalizar su vida. •••