Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
La tasa neta de creación de empresas es negativa desde 2008 y las más dinámicas han ralentizado su crecimiento
La crisis económica derivada del COVID-19 se produce en un momento en el que un 27,9% de empresas españolas presentaba dificultades de liquidez. Además, el dinamismo empresarial se ha resentido en los últimos años. En 2019, en España había 1,48 millones de empresas con asalariados, una cifra un 11,2% inferior a la que había antes de la crisis de 2008 y, desde ese año, la tasa neta de creación de empresas con asalariados es negativa. Los últimos datos de la Seguridad Social de finales de mayo muestran una caída en el número de empresas con trabajadores del 6,3% respecto al mismo mes del año anterior a causa de la crisis del coronavirus, un deterioro del tejido productivo que hace aún más complicado el camino hacia la recuperación. El 23% de las empresas españolas, entre las que se incluyen grandes y pequeñas, no consigue crecer ni, por tanto, generar empleo. Entre 2004 y 2017, el 80% del nuevo empleo fue creado únicamente por un 6% de las empresas españolas, que son consideradas empresas de rápido crecimiento (ERC – aquellas de más de tres años que en un periodo de tres años crecen una media del 20% anual) y que concentran el 11% del empleo total. Este tipo de empresas, incluso en los peores años de la anterior crisis, siguieron creando empleo, pese a que en el conjunto de la economía la destrucción fue muy intensa.
El dinamismo de las ERC es el que podría ayudar a recuperar los empleos perdidos como consecuencia del COVID-19, según explican los autores del estudio Dinámica empresarial en España y digitalización: retos ante la nueva crisis del COVID-19, que hoy publica la Fundación Ramón Areces y el Ivie. El informe, elaborado por los investigadores del Ivie Juan Fernández de Guevara y Joaquín Maudos, junto con la economista, también del instituto, Consuelo Mínguez analiza la realidad del tejido productivo español justo antes del confinamiento para distinguir los puntos fuertes y débiles de cara a la recuperación.
En este sentido, el estudio señala la falta de dinamismo empresarial en España, por la carencia de nuevas compañías que sobrevivan a los primeros años de vida (el 51% no sobrevive cinco años) y por el excesivo peso de las empresas que no crecen, entre las que abundan las de reducido tamaño, como uno de los principales problemas que puede lastrar la salida de la crisis. El documento identifica un porcentaje muy reducido de compañías que se encuentran en buena posición de partida para afrontar la crisis del COVID-19 (6% que representan las ERC) porque han demostrado potencial de crecimiento y por su capacidad de creación de empleo.
En el contexto actual de la crisis del COVID-19 se han de sentar las bases para revertir la caída del dinamismo empresarial de los últimos años. La recuperación del ritmo de creación de empresas y que puedan aparecer empresas que crezcan rápidamente es, por tanto, fundamental. Los autores insisten en la necesidad de reducir las restricciones administrativas, regulatorias, de competencia y de acceso a la actividad que existen para la creación de nuevas empresas que puedan convertirse en ERC. Las reformas estructurales deben formar parte de la hoja de ruta de la reconstrucción y una de ellas debe ser eliminar las barreras que existen al crecimiento empresarial, sobre todo las regulatorias y las que limitan la supuesta unidad de mercado en todo el territorio nacional. Solo de esta forma es posible revertir la tendencia negativa en el dinamismo empresarial ya observado antes de la crisis.
Las ERC son una fuente de dinamización de la economía y, aunque están presentes en todos los sectores, tienen mayor peso en los de alta digitalización y en el sector TIC, donde suponen el 9,5% del total de empresas y el 16% del empleo. De hecho, los autores insisten en la necesidad de potenciar la digitalización, la innovación y las nuevas tecnologías para impulsar la recuperación económica. Las medidas del tipo de la Agenda Digital para España, la Estrategia Digital Europea o el futuro Fondo Europeo para la Recuperación son fundamentales, particularmente si consiguen implicar al sector productivo. Se ha de avanzar en los cambios empresariales de proceso, producto, etc., basándolos en la innovación y en la digitalización.
Las ERC deben ser un motor para esta transformación y deben aprovechar la financiación que la Unión Europea va a suministrar para facilitar la digitalización de las empresas Precisamente, los datos del informe indican que la desaceleración en la dinámica empresarial ha sido menos intensa en aquellos sectores más implicados en la digitalización, hasta el punto en el que incluso ha aumentado el número de empresas en los sectores de alta digitalización. En concreto, aunque el número de empresas con asalariados cayó un 11,2% entre 2008 y 2019, la cifra aumentó un 7,7% en los sectores de alta digitalización.
El perfil de las ERC es el de compañías más jóvenes, de mayor dimensión, más rentables, pero también más endeudadas (sobre todo a corto plazo), aunque con menor carga de la deuda y fragilidad financiera, ya que pueden hacer frente a sus costes financieros con la rentabilidad de su actividad.
Precisamente, una de las principales conclusiones del informe es que los aspectos financieros son cruciales. Las ERC parten de una buena situación para hacer frente a la crisis, pero necesitan mecanismos efectivos de acceso a la financiación. Sin embargo, el 7,9% de las ERC están absolutamente restringidas en el acceso a la financiación (no pueden acceder a financiación ajena para llevar a cabo sus proyectos de inversión) y más de la mitad tiene algún tipo de restricción (o no pueden acceder a la financiación o tienen que pagar un coste elevado por la misma). Ante este impedimento, el informe aboga por facilitar el desarrollo y crecimiento de estas empresas dando mayor acceso a la financiación a través, también, de fuentes alternativas a los canales bancarios tradicionales, como el capital riesgo, los business angels, etc.
“La capacidad de resistencia de estas empresas determinará, en parte, el ritmo de recuperación del empleo posterior, pues la experiencia previa indica que son estas las que mayor capacidad tienen para crearlo. Dada la mayor dependencia que estas empresas tienen de la financiación ajena y las restricciones financieras que sufren, deberían sentarse las bases para que puedan acceder a la financiación necesaria para que sigan generando puestos de trabajo, máxime tras el proceso de destrucción de empleo que ya ha empezado al inicio de la crisis del coronavirus”, concluyen los autores. •••
Acceder a la monografía completa aquí >>