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Las últimas cifras de la patronal europea Efpia revelan que el sector puede desempeñar un papel fundamental en la restauración económica, sanitaria y social del continente
La industria farmacéutica es uno de los sectores que más pueden contribuir a la reconstrucción sanitaria, económica y social de la Unión Europea (UE) tras la crisis sin precedentes desatada por el SARS-CoV-2. Un sector basado en la innovación puede desempeñar un papel fundamental en la reactivación del continente garantizando crecimiento y competitividad para sentar las mejores bases para el futuro de la economía europea.
Así lo demuestran las últimas cifras hechas públicas por la Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica (Efpia), a la que pertenece Farmaindustria, que reflejan el papel de la industria farmacéutica innovadora como tractor económico para la UE, con crecimientos en inversión en I+D, empleo y producción. Este sector invirtió en 2019 más de 37.500 millones de euros en I+D, emplea directamente a casi 800.000 personas y produjo por valor de 275.000 millones de euros, con un incremento en este ámbito de casi un 40% en la última década. Es hoy un sector clave cuyo desarrollo aporta beneficios para las sociedades donde se asienta y representa una oportunidad para afrontar con éxito los desafíos que plantea el futuro en un mundo globalizado, como ha dejado patente la pandemia.
Según los datos que maneja la propia Comisión Europea, la industria farmacéutica es el sector de alta tecnología con el mayor valor agregado por persona empleada, significativamente mayor que la media del resto de industrias de la misma clase, y también es el sector líder en intensidad en I+D, es decir, inversión en función de las ventas netas. Los citados 37.500 millones de euros en 2019 superan en más de mil millones los 36.300 con los que cerró 2018.
En materia de empleo, las cifras también revelan que la industria farmacéutica es una importante fuente de generación de puestos de trabajo. En 2019, el sector ya rozó los 800.000 empleos directos, un dato que no ha dejado de crecer en los últimos 20 años. Esta cifra se triplica si el concepto se refiere a empleos indirectos, llegando a los 2,5 millones de europeos.
Del mismo modo, el empleo en las áreas de I+D de las compañías farmacéuticas ha seguido creciendo en el último año hasta alcanzar las 118.000 personas, en un departamento con una importante presencia de contratación femenina. Este indicador, además de dar muestras de la apuesta por el progreso científico, es una demostración del compromiso del sector con el empleo cualificado, de calidad y paritario.
“Además de impulsar el progreso médico con la investigación, desarrollando y comercializando nuevos medicamentos que mejoren la salud y calidad de vida de los pacientes en todo el mundo, la industria farmacéutica innovadora es un activo clave para la economía europea al ser uno de los sectores de alta tecnología más destacados por sus niveles de aportación en I+D, empleo y producción”, valora la directora del Departamento Internacional de Farmaindustria, Iciar Sanz de Madrid.
Y todo esto a pesar del fuerte dominio del mercado estadounidense, que acapara cerca del 50% de las ventas del mercado farmacéutico mundial frente al 23% que representa el europeo. Además, Europa se enfrenta ahora a una creciente competencia de economías emergentes en rápido crecimiento, como Brasil, China o India, que están haciendo virar el mercado de los medicamentos innovadores y la inversión en I+D. Durante el período 2014-2019, estos tres mercados crecieron un 11,2%, 6,9% y un 11,1%, respectivamente, en comparación con el crecimiento del 5,4% marcado por los cinco primeros países de la UE y el 6,1% del mercado estadounidense (datos de la consultora Iqvia del pasado mayo).
Además, el sector se viene enfrentando en los últimos tiempos a obstáculos regulatorios adicionales y el aumento de los costes de I+D -fundamentalmente por las medidas de contención tomadas desde al año 2010 por la crisis económica-, por lo que está en riesgo el papel de Europa como mercado impulsor de la innovación biomédica. En este sentido, la futura Estrategia Farmacéutica Europea va a ser clave para que el sector no pierda competitividad y siga en los niveles de aportación crecientes de los últimos años.
“Un marco regulatorio estable, rápido, efectivo y competitivo a nivel mundial, además de una estrategia de propiedad industrial que proteja la inversión en investigación biomédica y que garantice, al menos, la paridad con las regiones competidoras, como Estados Unidos y China, es necesario para impulsar a un sector estratégico para la salud y la economía europeas”, subraya Sanz de Madrid. “Este sector es el único con la doble función de transformar la vida de los pacientes y ser un pilar de la economía europea. Debemos facilitar su desarrollo”, concluye. •••