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La Fundación Mapfre enfrenta a Rodin y Giacometti para descubrir sus numerosos puntos en común

Auguste Rodin (París 1840-1917 Meudon) y Alberto Giacometti (Borgonovo 1901-1966 Coira) no llegaron a conocerse en vida, pero el segundo consideró al primero durante mucho tiempo como su maestro en la sombra. Ahora, hasta el próximo 10 de mayo, la Fundación Mapfre dedica una exposición en su sede central en Madrid a enfrentar la obra de estos dos grandes artistas. Una de sus comisarias, Catherine Genner, también directora de la Fundación Giacometti, recuerda una anécdota para entender esa fascinación del suizo por el francés: “Giacometti prefirió emplear el dinero que le habían dado para comprar el abono del autobús en adquirir un libro de Rodin e ir a clases andando”, recuerda. No fue el único volumen que estudió del autor de ‘El pensador’, pues en la actualidad la institución que alberga la mayor parte de su legado en París contiene “muchos libros de Rodin”. “Es un leit motiv para él, vuelve a él muchas veces. Y después, llegado un momento, también tiene que alejarse para tomar su propio camino, al igual que se separa del estilo de su padre”, recuerda Genner. La casualidad ha querido que esta exposición conviva en el tiempo con otra dedicada a los ‘Dibujos y recortes’ de Rodin, en este caso en la Fundación Canal. Preguntada por cuál de las dos muestras recomienda visitar antes, la directora de cultura de la Fundación Mapfre, Nadia Arroyo, contesta que “es un privilegio la oferta que ofrece Madrid y que las fundaciones compitan y colaboren a la vez por organizar citas tan importantes”. No es un mensaje políticamente correcto sin más, pues junto al dossier de prensa entregado en la presentación de la muestra se incluyó también información sobre la iniciativa que acoge la Fundación Canal, un ejemplo de colaboración y de que todo suma.

Auguste Rodin (París 1840-1917 Meudon)

El paseo por la exposición de Rodin y Giacometti en la sala de Recoletos de Mapfre nos lleva a concluir que entre ambos autores hubo bastantes similitudes. Las obras de ambos autores conviven todo el tiempo en las salas, lo que favorece ese diálogo, por ejemplo, con la reunión de ‘los hombres que caminan’. Mucho antes, al inicio de la muestra, encontramos el famoso conjunto escultórico de ‘Los burgueses de Calais’. Aquí podemos ver una versión en yeso a tamaño natural del monumento encargado a Rodin por el ayuntamiento de esta localidad francesa en 1895 para recordar a los ciudadanos que, en 1347, tras un largo asedio durante la Guerra de los Cien Años, se ofrecieron como rehenes para entregar al rey Eduardo III de Inglaterra. Cada figura, desesperada y monumental, tiene un tratamiento distinto e independiente. Junto a esta obra encontramos varias fotografías de Giacometti visitando la escultura en Calais y un conjunto de esas estilizadas figuras del artista suizo compartiendo pedestal. Esto de los pedestales fue otro de los elementos que unieron a ambos artistas. Los dos estudiaron a fondo el papel que debían de tener esos soportes. Si Rodin lo redujo a la mínima expresión en ‘Los burgueses de Calais’ para que el público pudiera sentir el conjunto a su mismo nivel o lo integró en la escultura en ‘El pensamiento’, también Giacometti lo emplea como el marco en los cuadros, lo utiliza como ‘jaula’ en la que asentar su obra, que a veces es doble. El modelado de las obras es otro aspecto que une a ambos artistas, como queriendo dejar constancia del trabajo manual y de esa fragilidad de las obras. “Giacometti, que se apartó un tiempo de esa protección que le daba la obra de Rodin para explorar nuevos lenguajes, regresó después convencido de que no quería perder el contacto con la realidad”, recuerda Genner.

Alberto Giacometti (Borgonovo 1901-1966 Coira)

Otro denominador común en la trayectoria de Rodin y Giacometti es su afán por repetir y repetir una misma obra. Ninguno de los dos tiene inconveniente alguno en copiar primero a los clásicos para practicar la técnica y después para realizar numerosas versiones de una misma obra. No es extraño, por tanto, que existan tantas versiones de ‘El pensador’ de Rodin o de las figuras de Giacometti, que decía: “Ninguna escultura destrona a otra. Una escultura no es un objeto, es una pregunta, una cuestión, una respuesta. No puede ser acabada ni perfecta. El problema no se plantea siquiera. Para Miguel Ángel, con la ‘Pietà Rondanini’, su última escultura, todo vuelve a empezar. Y durante mil años Miguel Ángel habría podido esculpir Piedades sin repetirse, sin volver atrás, sin acabar nunca nada, yendo siempre más lejos. Rodin también”. •••
FECHAS: hasta el 10/05/2020 CIUDAD: Madrid