INFORME
101 FUNDACIONES • anuario 2020
ACTUALIDAD
68,5% de fundaciones ve difícil su horizonte financiero
Un estudio realizado durante la primera oleada de la pandemia concluye que una de cada cinco instituciones del tercer sector ha tenido que recurrir a ERTEs.
Casi siete de cada diez fundaciones españolas ven un panorama incierto -por no decir negro- en lo que respecta a su situación financiera. Como consecuencia de la pandemia, estas instituciones se están teniendo que adaptar a las nuevas circunstancias con la cuenta en números rojos o próximos a ellos. Y ya sabemos que sin el vil metal es aún más difícil hacer buenas obras. Más aún cuando por culpa del Covid-19 los gastos fijos aumentan por la necesaria adquisición de equipos de protección, adaptación de los espacios para mantener la distancia de seguridad… Otro dato que preocupa: una de cada cinco entidades sin ánimo de lucro ha tenido que recurrir a los expedientes de regulación de empleo temporales (ERTEs).
Estos datos emergen fruto de un primer ‘Análisis del shock inicial de la emergencia sanitaria por Covid-19 en las fundaciones’. Este es el título de un informe de 53 páginas con el que la Asociación Española de Fundaciones (AEF) ha querido trazar una primera foto del sector. Sus reflexiones y cifras son fruto de una serie de 21 reuniones telemáticas que celebraron 196 fundaciones entre los pasados meses de marzo y junio, justo cuando la población estaba confinada. Explican sus autores que “existían motivaciones inmediatas para la celebración de estos encuentros, como conocer las necesidades de las fundaciones en este periodo de confinamiento y las circunstancias concretas de su trabajo y de su actividad ralentizada o paralizada para poder generar redes de ayuda que desde las primeras semanas empezaron a funcionar para ir solventando el déficit de recursos tecnológicos, de formación y de asesoramiento legal”. Añaden también en la introducción de este trabajo cómo estas reuniones virtuales tenían otra función quizá más básica, la de ayudarse y sentirse acompañados en unos momentos tan difíciles: “El apoyo emocional y relacional que estas reuniones han aportado, en el marco de un entorno laboral y personal distorsionado, tampoco es baladí, y así lo han hecho constar las personas participantes, que muchas veces han hecho referencia a sus emociones, su experiencia personal de trabajo en el confinamiento y su necesidad de escuchar a sus pares en otras fundaciones”.
Una primera foto en movimiento
Reconocen asimismo desde la AEF que esta foto puede resultar distorsionada o incluir un margen de error por la representación de las instituciones incluidas, aunque lo cierto es que esas 196 entidades proceden de todas las Comunidades Autónomas y de todos los campos de actividad. Así, ya hay unos primeros datos para valorar el impacto de la pandemia en el tercer sector. Como el hecho de que el 51,1% de las fundaciones ha tenido que cancelar actividades y el 85,4% se ha visto obligada a adaptarlas durante el confinamiento. O que los proyectos de apoyo a necesidades básicas se han intensificado durante este periodo, generando que un 43,3% de las fundaciones desarrollaran actividades no previstas en sus programas. También la tercera parte de las fundaciones (33,2%), “conscientes de la importancia del trabajo en red y de las necesidades generadas por el estado de alarma”, han puesto a disposición de otras entidades -no solo de fundaciones- sus propios recursos.
Pero, como decimos, más allá de esos porcentajes, estas reuniones y su posterior informe asumían como objetivos descubrir la capacidad que han tenido las fundaciones de adaptarse al teletrabajo y mantener sus puestos de trabajo, evaluar las necesidades, tecnológicas o de otra naturaleza, que han tenido en este periodo. Entre sus fines también citan sus responsables la posibilidad de conocer los recursos que han ofrecido o podido compartir las fundaciones en este periodo y valorar la capacidad innovadora de las fundaciones. Para ello, han querido analizar cómo ha cambiado su organización y funcionamiento y cómo han adaptado sus actividades y programas ante las necesidades y exigencias de este periodo. Este sondeo y pulso de la realidad también ha puesto sobre la mesa las expectativas de las fundaciones respecto al impacto financiero de esta crisis, en un momento en el que muchas de ellas se han visto forzadas a reorientar su misión.
Como en todas las crisis, la solidaridad ha aflorado con fuerza por todas partes. Tal fue el caso ejemplar de los empresarios de hostelería que, ante el cierre de sus establecimientos, donaron los stocks a los comedores sociales. De estos espacios se habla también en este informe, que recoge el testimonio de una fundación, según el cual el 40% de las familias atendidas en estos comedores se habían quedado sin acceso a alimentación y a productos farmacéuticos como consecuencia del coronavirus.
Hacer mucho más con bastante menos
Las fundaciones han mantenido y duplicado esfuerzos para realizar nuevas tareas, como el acompañamiento de personas en soledad, cuarentena o confinamiento. También para prestar apoyo emocional y psicológico a la población, particularmente a personas afectadas por la enfermedad o por la muerte de familiares y a personal sanitario. En el campo de la investigación especializada en temática Covid-19, tanto sanitaria como social, los trabajos se han intensificado.
El estado de alarma y el confinamiento de la población han afectado de manera importante a la captación de recursos por parte de las fundaciones. Hubo entidades que se vieron obligadas a cancelar actividades con aportaciones monetarias de los usuarios, ya fueran conciertos, eventos deportivos, exposiciones, campamentos, actividades escolares… Reconocen estas instituciones que la caída de los ingresos que más les ha preocupado no ha sido tanto esas aportaciones de los usuarios, muchas veces simbólica, sino la ausencia de los patrocinadores.
Las entidades que colaboran con el sector público ven comprometidos los pagos y sienten que están adelantando dinero a las administraciones
También aquellas entidades sin ánimo de lucro que captan donantes de forma presencial tuvieron que suspender esas campañas. Y cuando la captación de recursos estaba prevista mediante ayudas y subvenciones, el estado de alarma ha supuesto un retraso en la publicación de las convocatorias. En los casos en los que estos servicios se prestaban de forma subsidiaria y dependía su cobro de las administraciones públicas, los retrasos en los abonos han generado problemas en la gestión de tesorería de algunas fundaciones, que han tenido que recurrir a créditos bancarios y avales. En este punto, los autores de este informe de la AEF expresan que la percepción que tienen estas fundaciones es que están “adelantando dinero a las administraciones públicas”. Estas mismas entidades que han trabajado para el sector público no ocultan la incertidumbre sobre la devolución de esas cantidades y sobre el cobro de subvenciones concedidas en 2019. La percepción en este punto ha sido especialmente negativa. Y se menciona como ejemplo a una fundación que estimaba pérdidas de 1,5 millones de euros por este tipo de programas de colaboración público-privada.
“Que me quede como estoy”
En este marco tan apesadumbrado, no es extraño que muchas instituciones aseguren que la expectativa más positiva posible es poder mantenerse en la situación en la que se encontraban antes de la pandemia. Entre las consecuencias positivas de esta crisis, también ha habido fundaciones que han ganado en eficiencia aprovechando el confinamiento y el teletrabajo para optimizar sus gastos operativos. Y otras entidades que han visto en este parón total la oportunidad de girar hacia el mundo social. Los autores del informe de la AEF hablan aquí de un perfil de fundación ‘win-win’ o modelo en el que todos ganan, “que ha visto en la crisis Covid-19 el momento adecuado para replantear su esquema de inversiones y decidirse por la inversión de impacto social, con el doble objetivo de dotar de sostenibilidad a sus inversiones y de financiar empresas que dan respuesta a los problemas sociales generados”.
A la hora de extraer las conclusiones de este análisis DAFO y señalar las debilidades, las fortalezas, las amenazas y las oportunidades del sector fundacional, sus autores se muestran cautos ante una fotografía que califican de “borrosa”. “En dos meses se ha pasado de una ‘adaptación a la emergencia’ a una ‘nueva normalidad’ en la que las fundaciones consiguieron dotarse de herramientas para maximizar en lo posible la ejecución de su plan de actuación y diversificaron su estrategia a corto plazo según potenciales escenarios”, explican. Y apuntan a la colaboración en red y a las sinergias generadas como, por ejemplo, en la cadena de solidaridad de la Asociación Española de Fundaciones, que califican de fundamentales en este proceso.
Llamada a la solidaridad
Si hablamos de amenazas, la más generalizada quizá sea la incertidumbre respecto de la evolución de la pandemia y la duración de la crisis económica. Si apuntamos a las fortalezas, hay que referirse una vez más a la solidaridad del sector fundacional. “La cohesión del sector ha agilizado la creación de redes y ha permitido que las necesidades imprevistas para algunas fundaciones (por ejemplo, la dotación de dispositivos tecnológicos para escolares) se cubrieran con recursos aportados por otras fundaciones. De hecho, cabe destacar también como fortaleza la especialización en digitalización de una parte del sector fundacional y las prácticas avanzadas en materia de flexibilidad laboral y teletrabajo de algunas fundaciones”, explican.
Las 196 fundaciones que han participado en estas reuniones online desde el inicio de la pandemia también han hablado de la fragilidad de un modelo económico tan dependiente del sector servicios. Aunque reconocen que esta misión, el cambio del modelo productivo en España, trasciende al ámbito fundacional, debería de plantearse un cambio de rumbo. Para ello, sugieren un aumento de oportunidades laborales en otros sectores, incluidos los servicios avanzados como la tecnología, lo que requiere de la implicación de los agentes sociales: empresa y gobierno.
Sobre las perspectivas hacia una recuperación, lanzan un condicional. “Si las políticas sociales no repiten la senda de la austeridad que siguió a la crisis de 2008, la situación será más favorable para el sector fundacional, con más recursos y menores tensiones sociales”. Y otro más para concluir: “Si además es posible controlar el Covid-19 en términos de prevención y tratamiento durante la primera mitad de 2021, el sector fundacional podrá desenvolverse en un escenario complejo, pero ya previsto”. •••
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Fomentar la colaboración ...
Las principales iniciativas apuntan hacia la búsqueda de vías alternativas de financiación y el trabajo en red con otras fundaciones para poder financiar y desarrollar los proyectos. Como explicaba una de las participantes en estas reuniones telemáticas, “la colaboración con otras entidades va a ser fundamental en el escenario que se nos viene”.
En este análisis del impacto de la pandemia hemos querido huir de aquellos problemas que son comunes a organizaciones con ánimo de lucro, como puede ser la falta de acceso a materiales de protección o el gasto que estos equipos suponen. Pero tampoco conviene perderlos de vista. Sobre el papel que ha asumido la tecnología desde el inicio de la crisis sanitaria, desde la AEF han comprobado una polarización: “Parte del sector sí ha tenido dificultades -por falta de cultura organizacional y capacitación, principalmente- para adaptarse a la digitalización. Otra parte del sector fundacional ha demostrado ser puntero en este ámbito, lo que puede destacarse como fortaleza”. Y admiten con razón que “es imposible digitalizar gran parte de las funciones y tareas que desarrollan las fundaciones, ya que el contacto humano no puede sustituirse por la tecnología”. “Precisamente, ante una crisis como ésta, la cercanía a las personas más vulnerables tiene consecuencias bastante duras para muchas personas trabajadoras y voluntarias, especialmente entre el personal con funciones sociosanitarias, pero también educativas o sociales”, leemos en las conclusiones del informe.
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El 51,1%
de las fundaciones ha tenido que cancelar actividades
El 43,3%
ha reorientado sus actividades para atender otras necesidades desde el origen de la crisis
El 85,4%
se ha visto obligada a adaptar sus propuestas durante el confinamiento.