Erika Pastrana, Cristina Calvo, Rosalind Eggo, Bart L. Haagmans y Federico Mayor Zaragoza en ciclo Fundación Ramón Areces y Springer Nature 2021

“Nunca la importancia de la ciencia ha sido tan tangible que este año marcado por la pandemia”, ha resumido Erika Pastrana, editora ejecutiva de Nature Research, en el XIII ciclo de debates en ciencias que organiza todos los años en Madrid la Fundación Ramón Areces y Springer Nature. El tema de esta edición también ha estado marcado por la actualidad: ‘Enfermedades infecciosas emergentes: lecciones del Covid-19 para prevenir futuras pandemias’. Los 100 millones de contagiados en todo el mundo por el Sars-Cov2, dos millones de ellos en España, han sido suficiente argumento para analizar con varios científicos internacionales de diferentes disciplinas y desde distintos puntos de vista qué más podría hacerse para frenar el avance de la enfermedad. “Nuestra sociedad no estaba preparada para combatir este virus. Hemos asistido, aun así, a un récord inconcebible para desarrollar tratamientos y vacunas ante un patógeno que no conocíamos hace solo año y medio”, ha destacado Pastrana.

Por su parte, Bart L. Haagmans, jefe del grupo de investigación en el departamento de Ciencia de los Virus del Centro Médico Erasmus en Rotterdam, ha advertido que “aún veremos aparecer nuevas variantes del coronavirus Sars-Cov 2”. Haagmans ha dedicado su intervención a explicar ‘el virus SARS-CoV2 y su patogénesis comparado con los coronavirus SARS y MERS’. Para este especialista en enfermedades que traspasan la barrera del animal al hombre, “si el Sars-Cov 2 está siendo tan eficaz en su expansión frente a los anteriores, es porque está cambiando casi de forma continua con estas variantes nuevas que estamos viendo aparecer. El Sars-Cov 2 no se encuentra muy lejos en sus características de otros virus detectados en China, sobre todo el SARS en 2003. También encontramos lesiones similares entre las provocadas por Sars-Cov y Sars-Cov2”. Y así se ha referido, entre otros, al síndrome del estrés agudo respiratorio. “Si vemos la patogénesis del Sars-Cov 2 en los humanos, también hemos aprendido que hay un problema con la coagulación de la sangre. Ya sabemos que los antivíricos funcionan y que hay que administrarlos bastante pronto. Y también conocemos que el virus se transmite de forma más eficaz con las distintas variantes que van apareciendo”.

Preguntado por la causa de esa evolución del propio Sars-Cov2, este científico del Centro Médico Erasmus en Rotterdam ha explicado que “es posible que vaya mutando por la presión inmunitaria, que no es capaz de ocuparse bien de él”. Y ha advertido que, “si se produce una vacunación inadecuada, podría llevar a más variantes”. Según ha expresado Bart L. Haagmans, entre las lecciones aprendidas de la pandemia, “esto nos ha demostrado que hay otros virus y otras familias de virus más allá de la gripe que pueden transmitirse del animal al humano y que tenemos que estar más preparados en el desarrollo de anticuerpos y mejorar los diagnósticos, así como la comunicación”.

En este foro también ha participado Cristina Calvo, jefe de la sección de Pediatría, Enfermedades Infecciosas y Tropicales del Hospital Universitario La Paz en Madrid. La doctora Calvo también es la representante de la Sociedad Española de Pediatría para esta pandemia para el Ministerio de Sanidad. En su intervención, ha hablado de la incidencia del virus Sars-Cov2 en la infancia. Ha recordado que solo entre el 1% y el 2% de los casos diagnosticados en la primera ola eran niños. “En total en España, fueron unos 1.400 niños, de los cuales el 26% necesitó hospitalización. La situación cambió en la segunda ola, cuando en tres meses se diagnosticaron más de 170.000 niños (12% de todos los casos), de los cuales solo un 1% necesitó hospitalización”. Calvo ha señalado que los pequeños suelen infectarse en el hogar y por los adultos en un 80% de los casos. “Siempre o casi siempre son los adultos los que empiezan a tener la infección y se la trasmiten a los niños solo en algunos casos. Así, los niños se infectan, aunque tienen cuadros más leves, por una serie de factores que parecen protegerlos más que a los adultos”. Entre esos aspectos, ha apuntado a que los niños tienen menos receptores ACE2 en la nariz. “Los niños tienen constantemente infecciones y su nariz está llena de virus, parece que también hay diferencias en la microbiota nasal de los niños, lo que los hace más fuertes”.

A la pregunta de si los niños son más contagiadores del virus, Calvo ha respondido que hay estudios que demuestran que los niños asintomáticos tienen menos carga viral que los sintomáticos. “Creo que podemos decir que los niños no son supercontagiadores. Un ejemplo de ello lo vemos tras la apertura de los colegios. En España, por ejemplo, no ha empeorado la situación por la apertura de los colegios. Las nuevas variantes del virus nos van a enseñar si tenemos que tomar medidas diferentes con los niños con respecto a lo que estamos hacienda ahora”. Sobre las lecciones aprendidas, Calvo ha pedido una mayor preparación de los sistemas sanitarios y una mayor inversión en investigación. “Tendremos que vacunarnos de este virus todos los años hasta quitárnoslo de encima. También será necesario mantener las medidas higiénicas para prevenir otras infecciones”, ha vaticinado.

Desde Londres ha intervenido Rosalind Eggo, que trabaja en el desarrollo de modelos matemáticos en la London School of Hygiene & Tropical Medicine. Ha explicado la importancia de replicar en el ordenador situaciones de emergencia para anticiparse y prevenir la expansión del virus. “Los modelos de transmisión son modelos matemáticos que simplifican el mundo real y por eso no podemos introducir toda la complejidad de la realidad, pero también es cierto que no siempre es necesario”, ha explicado. “En la pandemia, estos modelos matemáticos nos están ayudando a entender el proceso de expansión, a probar hipótesis y realizar proyecciones”, ha añadido. Entre los ejemplos que ha mencionado, ya en febrero de 2020 exploraron qué contactos debían ser aislados y rastreados para contener un brote. “Ya sabíamos algunas cosas sobre periodos de incubación, sobre los síntomas y sobre la necesidad de hacerse tests de diagnóstico. Sabíamos también que iba a haber contagios importados y que podíamos anticiparnos y ver cuántos contagios podríamos evitar al aislar en un momento o en otro… También se estudiaron diferentes parámetros sobre el cribado o no de los viajeros en los aeropuertos. Se podía ver también cómo, según la duración de los vuelos, aumentaban las posibilidades de contagio…”

Sobre las recomendaciones, recuerda lo sucedido en Reino Unido, “donde estamos vacunando a dos millones de personas a la semana”, ha asegurado. “Aquí se aprobó la primera vacuna y se vio entonces que el distanciamiento social ya no bastaba por la nueva variante, que se reproducía mucho más. El elemento clave es comprender lo antes posible si las vacunas que tenemos van a seguir funcionando frente a las nuevas variantes. Y hay signos positivos de ello”. Sobre las lecciones aprendidas, ha destacado el “alto grado de colaboración y de ciencia abierta, algo clave para abordar este tipo de situaciones”. “Hemos aprendido una gran lección para prevenir futuras pandemias. Se ha demostrado la necesidad de estar preparados. Muchas de las preguntas que hemos tenido que hacernos en estos modelos matemáticos se podían haber respondido por adelantado. Y sabemos que vendrán más pandemias”, ha concluido. •••

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