Las mujeres ocupadas podrían estar mejor posicionadas ante futuros shocks de empleo, dado el mayor peso entre ellas de las personas con educación superior

El número total de hombres empleados de entre 25 y 64 años se redujo en la eurozona más que el de empleadas en 2020. En efecto, entre el cuarto trimestre de 2019 y el último de 2020 el empleo total de los hombres cayó en los países que comparten el euro un 1,65%, mientras que el de las mujeres lo hizo en un 1,05%. Es más, según recoge Focus on Spanish Society, publicación editada por Funcas, los datos de Eurostat ponen de manifiesto que algunos países, como los que integran el Benelux, más Portugal, Grecia y Malta, registraron incrementos del empleo total femenino (25-64 años) en ese periodo. Este no ha sido, sin embargo, el caso de España, donde –según datos de la EPA– el número de hombres y mujeres con empleo bajó un 2,41% y un 2,65%, respectivamente. En el último trimestre de 2020, el número de hombres ocupados entre 25 y 64 años se acercaba a 10 millones, superando en aproximadamente 1,5 millones al de mujeres ocupadas de la misma edad (9.842.000 frente a 8.381.000).

En los países mediterráneos, la pérdida de empleo ha afectado principalmente a las personas con menor nivel educativo (secundaria obligatoria, primaria e inferior a esta), lo que evidencia una vez más la contribución de la educación al mantenimiento del puesto de trabajo. En España, entre los hombres con menor formación la caída de ocupados entre el cuarto trimestre de 2019 y el mismo trimestre de 2020 fue del 7%, y entre las mujeres, del 10%. Por el contrario, el empleo de los trabajadores con niveles educativos medios y superiores ha resultado menos perjudicado. En particular, el empleo de las personas con estudios universitarios ha aumentado en muchos países, aunque apenas en España, donde solo las mujeres con formación universitaria (el 52,7% del total de mujeres ocupadas de entre 25 a 64 años, porcentaje significativamente mayor que el observado entre los hombres empleados: 41%) han visto crecer ligeramente (1%) el número de ocupadas en ese periodo (en el caso de los hombres, no se observa variación).

El hecho de que las personas con educación superior tengan mayor peso en la composición del empleo femenino que en el del masculino permite pensar en que las mujeres ocupadas se encuentran mejor posicionadas ante futuros shocks de empleo, en lo que al mantenimiento de los puestos de trabajo se refiere. Por lo pronto, aunque la caída inicial del empleo en el segundo y tercer trimestre de 2020 fue mayor entre las mujeres, en los dos últimos trimestres (cuarto de 2020 y primero de 2021) el empleo femenino se ha recuperado a mayor velocidad que el masculino. De hecho, este mayor crecimiento del empleo de las mujeres de 25 a 64 años es precisamente lo que ya ocurría antes de la pandemia.

Doble vulnerabilidad: riesgo de pobreza y personas con discapacidad

Focus on Spanish Society también aborda el riesgo de pobreza o exclusión social entre las personas con discapacidad. Casi una de cada tres personas con limitación de actividad (28%) en la eurozona estaba en 2019 en riesgo de pobreza o exclusión social (AROPE, por sus siglas en inglés), mientras que la cifra para el resto de la población era del 18%.

Este patrón se observa en toda la eurozona, independientemente del porcentaje de población total en riesgo de pobreza o exclusión social que se observe en cada país. Los países bálticos destacan con los mayores porcentajes de personas con discapacidad en riesgo de pobreza o exclusión social (Letonia: 42%, Estonia y Lituania: 40%). El sur de Europa también muestra malos registros: Italia (29%), España (32%) y Grecia (33%). En el otro extremo, Eslovaquia, Austria, Finlandia y Francia presentan los porcentajes más bajos, inferiores al 25%.

La edad está muy relacionada con el riesgo de pobreza y exclusión social. Entre la población sin discapacidad, las tasas AROPE disminuyen con la edad en buena parte de los países europeos, incluida España. Para la población con alguna limitación de actividad, las tasas AROPE son también significativamente más bajas para el grupo de personas de 65 años o más. En España, la proporción de personas de 16 a 24 años con alguna discapacidad y en riesgo de pobreza o exclusión social (60%) triplica la proporción de quienes tienen 65 años o más (20%). En ningún país de la eurozona esta brecha es tan amplia.

Elevada satisfacción de los pacientes de COVID-19 con los servicios sanitarios

A pesar de la enorme presión asistencial sufrida por el sistema sanitario español durante el último año, una gran mayoría de quienes han tenido que recurrir a sus servicios por sufrir síntomas de infección por coronavirus, declaran una elevada satisfacción con ellos.

Según datos publicados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la proporción de población española de 18 o más años que han necesitado ponerse en contacto con los servicios de salud tras experimentar síntomas relacionados con COVID-19 ascendía en abril de 2021 al 26%, casi duplicando el dato de octubre de 2020 (15%). Llama la atención que la población de entre 18 y 34 años declara haber recurrido a estos servicios 2,4 veces más que la población de 65 o más años.

Desde octubre de 2020, alrededor de cuatro de cada cinco personas que han contactado con los servicios sanitarios por síntomas de coronavirus consideran que han recibido una atención “buena” o “muy buena”. En cambio, el porcentaje de pacientes que han calificado la atención recibida como “mala” o “muy mala” se ha mantenido por debajo del 15%. •••