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El director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, cree necesario destinar a la sanidad pública al menos un 7% de nuestro PIB para acercarnos a la media de Europa

La pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto algunas fortalezas de nuestro Sistema Nacional de Salud, pero también debilidades, y esto ha contribuido el convencimiento general de la necesidad de apuntalar el Sistema Nacional de Salud (SNS). ¿Cómo reforzar el SNS y asegurar su sostenibilidad futura?, se ha planteado en el XX Encuentro de la Industria Farmacéutica Española, que, bajo el título El papel de la industria farmacéutica ante la pandemia del SARS-CoV-2, se está celebrando ayer y hoy dentro de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Para el director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, hay tres ejes fundamentales: hacen falta más recursos financieros, mayor eficiencia y crear un ecosistema de investigación biomédica alrededor del SNS.

Para ello, Arnés propone, dado que este objetivo se debe afrontar en un contexto de crisis económica, lo que lo convierte en un desafío complicado, implicar activamente a “todos los agentes que formamos parte del SNS: administraciones, profesionales, gestores, comunidad científica, pacientes e industria farmacéutica”.

Con respecto a los recursos, el director general de Farmaindustria ha recordado que España llegó a destinar un 6,5% de su PIB a sanidad, que poco a poco fue disminuyendo hasta quedarse en sólo un 6%. “Esto significa perder en torno a 5.000 millones de euros anuales durante prácticamente una década; en consecuencia, se ha producido una cierta descapitalización del sistema. Hoy se habla de destinar al menos un 7% de nuestro PIB, es decir, aumentar en unos 12.000 millones de euros el presupuesto anual. No es una cifra caprichosa, máxime si tenemos que recuperar el terreno perdido y que nuestros vecinos, con los que nos queremos comparar, destinan cifras superiores al 7,5%”.

Sin embargo, ha subrayado, de poco sirve un incremento de los recursos financieros si éstos no se utilizan de forma eficiente. Por eso, en el terreno de los medicamentos es fundamental incidir en dos aspectos. Primero, la digitalización del sistema y, a través de ella, la medición de resultados en salud y los costes asociados. “Hay que medir los resultados y costes de todas las intervenciones médico-sanitarias, incluidas las terapias con fármacos –entiende-, y compararlos con los resultados y valor que aportan las alternativas”.

El segundo aspecto es la necesidad de considerar las innovaciones como una inversión y no como un gasto. “Para ello –sostiene Arnés-, nuestro sistema debería modernizar la gestión financiera y presupuestaria haciéndola más flexible para poder introducir con rapidez la innovación, considerándola no un gasto, sino una inversión, como haría cualquier empresa”. “Cualquiera puede entender -ha añadido- el extraordinario retorno que se hubiera producido si hubiéramos dispuesto de una vacuna contra el coronavirus. No hay mejor euro público invertido que aquel que va a la salud”.

No hay salud sin fármacos ni fármacos sin investigación

El tercer eje primordial, para el director general de Farmaindustria, es crear un sólido ecosistema de investigación biomédica, con un tejido investigador en el que las iniciativas pública y privada interaccionen y colaboren de manera continuada y eficiente, capaz de encontrar soluciones ante retos de carácter sanitario. “No hay economía sin salud, no hay salud sin fármacos y no hay fármacos sin investigación –ha subrayado-. La sociedad durante esta pandemia ha mirado a los investigadores, a la industria farmacéutica, en busca de respuesta a una pregunta: ¿cuándo tendremos un tratamiento o una vacuna eficaces? La sociedad no deja de demandar soluciones a necesidades sanitarias todavía no cubiertas”.

Hay que recordar que impulsar la investigación clínica en los hospitales no sólo implica atraer más inversiones por parte de la industria farmacéutica, sino que permite que los profesionales sanitarios estén en la vanguardia científica, experiencia que aplican a su labor asistencial, y proporciona más oportunidades para los pacientes: participar en un ensayo clínico puede ser en casos de enfermedades graves que no responden a los tratamientos vigentes la última oportunidad de curación para el paciente. “Hoy no se puede hablar de sistema sanitario sólido y moderno, de prestación sanitaria de calidad, sin investigación –sostiene Arnés-. La labor investigadora y asistencial se complementan, se necesitan una a la otra. Reforzar nuestro sistema sanitario necesita de la investigación”.

Innovación y sostenibilidad del sistema sanitario

Con respecto a la sostenibilidad financiera del sistema sanitario, o al riesgo de que la innovación en medicamentos la pueda poner en riesgo, Arnés entiende que es un debate sesgado, que no se sustenta en realidades. “El actual modelo de I+D, basado en la protección industrial, funciona –ha explicado-. Estimula la investigación por parte de las compañías farmacéuticas y luego, cuando expira la patente, fomenta la competencia a través de los genéricos y biosimilares y las consiguientes bajadas de precios. De este modo, al tiempo que se introduce innovación en el mercado, otros medicamentos pierden su protección industrial y bajan su precio, proporcionando ahorros. Los cálculos de los expertos prevén que, en los próximos años, cuando se retorne a la normalidad, la factura pública en medicamentos en España crezca en el entorno del 2%, por debajo de lo que se espera que crezca PIB nominal. Y ello incorporando las innovaciones que vaya proporcionando el progreso terapéutico”.

Junto a este círculo virtuoso que crea el actual modelo de I+D, el sistema sanitario español dispone de mecanismos robustos para la racionalización del gasto en medicamentos, desde la decisión sobre el precio, que está regulado, hasta las revisiones a la baja a lo largo de la vida del fármaco a través de los precios de referencia.

“Y a ello se suma el compromiso de las compañías farmacéuticas –ha destacado Arnés-. Para nosotros es esencial hacer compatible el acceso a la innovación con la sostenibilidad del sistema sanitario. De nada serviría desarrollar el mejor medicamento si no llega al paciente que lo necesita. Con este objetivo, muchas compañías farmacéuticas han acordado con las administraciones fórmulas innovadoras como los acuerdos de riesgo compartido o los techos de gasto, entre otras”.

“Adicionalmente –ha añadido-, Farmaindustria ha venido contribuyendo con el Gobierno a esta sostenibilidad a través de sucesivos Convenios de colaboración por los que cualquier crecimiento del gasto público en fármacos superior al crecimiento del PIB real no ha tenido coste alguno para el sistema porque la industria ha devuelto euro a euro todo lo que supera el crecimiento del PIB”.

“Estamos en condiciones de ofrecer al Gobierno nuestra cooperación, una vez más, en un marco de colaboración y entendimiento –ha concluido-. Trabajar juntos para reforzar nuestro ecosistema de investigación biomédica y reforzar nuestro tejido productivo que añada garantías de producción de determinados medicamentos esenciales, incrementando nuestras inversiones industriales, creando nuevas plantas de producción en España, modernizando las actuales o ampliando algunas de las existentes”.

El éxito de la colaboración

En la colaboración entre industria farmacéutica y las administraciones sanitarias ha hecho también hincapié en el encuentro Nathalie Moll, directora general de la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia), a la que pertenece Farmaindustria. “El diálogo abierto entre la CE, las autoridades nacionales y la industria farmacéutica –ha señalado- es la que ha hecho posible dar una respuesta rápida al difícil y desconocido escenario que la pandemia provocó sobre todo durante los primeros meses de crisis”.

Moll ha destacado las oportunidades que la experiencia terrible de la pandemia ha dejado para la política sanitaria del continente. Reducir la complejidad del marco regulatorio farmacéutico, acelerar la digitalización del sector salud o la posibilidad de reinventar y mejorar los sistemas sanitarios de los Estados miembro son algunas de esas oportunidades que, en su opinión, las autoridades europeas no deben dejar pasar. En este sentido, ha incidido en que la Estrategia Farmacéutica en la que ya se trabaja en conversaciones entre la Comisión Europea y Efpia debería suponer una adaptación de la regulación a la nueva realidad de la innovación biomédica, en materias como la medición de resultados en salud (los llamados Real World Data) o el aumento de las complejidades de los ensayos clínicos.

Por su parte, Stefanie Granado, directora general de Takeda Farmacéutica España, ha destacado en su intervención que precisamente esta colaboración público-privada es la que va a marcar el futuro de la innovación en medicamentos: “Industria, administraciones y academia ya no colaborarán de forma coyuntural. El modelo colaborativo de investigación de nuevos medicamentos es el futuro y la Covid ha impulsado esta realidad”. •••