Ángel Font, presidente de Philea.

La semana próxima, con el número de noviembre de la revista Consejeros, llegará a los kioskos el especial «101 Fundaciones», que cumple en estas fechas 15 años. Para abrir el número, Angel Font, presidente de Philea, analiza el momento de la filantropía en Europa: “El sector filantrópico en Europa necesita hablar con una sola voz, clara y poderosa. Sus esfuerzos deben canalizarse en dos direcciones: eliminar las barreras administrativas entre países, para lograr un impacto mayor, y reconocer a las instituciones filantrópicas como entidades con derecho a la financiación europea».

EL MOMENTO DE LA FILANTROPÍA EUROPEA

Ángel Font Vidal (*) | Fue en la Grecia clásica donde se acuñó la palabra «filantropía», un concepto tan antiguo en su formulación como moderno en su capacidad de adaptación y de dar respuesta a los nuevos tiempos. Así, en la Edad Media, por citar otro ejemplo destacado, ese mismo «amor a la humanidad» que dota de significado a la filantropía propició la creación, desde la iniciativa privada, de grandes obras destinadas a hacer el bien común, avivadas tras episodios tan terribles como el de la peste negra.

Precisamente, en los gremios y las cofradías y hermandades medievales se llevó a cabo una importante labor de previsión social y de ayuda al prójimo. Los agremiados y sus familias e, incluso, las personas foráneas, eran receptoras de acciones de caridad y beneficencia. Estos auxilios de enfermedad y accidente, así como los subsidios por desempleo, invalidez o vejez, se traducían en ayudas en metálico, asistencia médico-farmacéutica y atención en hospitales, entre otros muchos servicios de socorro mutuo.

Estas prestaciones fueron el precedente de los seguros sociales y las mutualidades, que surgieron en Europa con el despertar del siglo XX para dar respuesta a las nuevas necesidades sociales. El trabajo incesante en las fábricas, la electrificación de las ciudades, la expansión de las grandes urbes y la substitución de los carros de tracción por los automóviles conllevaron profundos cambios estructurales.

Llegamos nuevamente a 1906, cuando Antonio Machado escribió el Retrato que da comienzo a este artículo. El poeta fue coetáneo de Francesc Moragas Barret, un hombre asimismo preocupado por los demás. En otras palabras, un filántropo moderno y un humanista ilustrado con visión de futuro. El ahorro, entendido no como una costumbre privativa de unos pocos, sino como un bien social que se anticipa —un concepto absolutamente novedoso a principios del siglo XX—, llevó a Moragas a fundar, en 1904, ”la Caixa”. Y lo hizo tras un duro episodio de huelga general que se saldó con varios obreros muertos y heridos.

 

Francesc Moragas, el fundador en 1904 de ”la Caixa”, fue un filántropo moderno y un humanista ilustrado con visión de futuro

 

Moragas logró la complicidad de la sociedad civil para crear una institución capaz de asegurar un futuro mejor a los trabajadores mediante el estímulo del ahorro, la dignificación de la vida de las personas vulnerables y la erradicación de la enfermedad. En buena medida, fue un precursor del Instituto de Previsión Social (1908) en España, que daría paso a la Seguridad Social tal como hoy la entendemos, y al concepto de Responsabilidad Social Corporativa y filantropía tan en boga en estos tiempos actuales.

En 1918, el mismo año de la pandemia de la gripe española, ”la Caixa” cristalizó su labor filantrópica al agrupar sus diferentes actividades—encabezadas por los Homenajes a la Vejez— en su Obra Social.

Ciento dieciocho años después, la Fundación ”la Caixa” llega hasta nuestros días fiel a su misión fundacional. De aquellas buenas prácticas filantrópicas instituidas por Moragas derivan las cincuenta mil actividades que la Fundación realiza cada año y que repercuten en la mejora de la calidad de vida, el bienestar y la salud de más de dieciséis millones de personas —once en España—, y con un presupuesto anual en torno a los quinientos millones de euros, fruto de la labor de su presidente, Isidro Fainé.

Retrotrayéndonos a los primeros párrafos de este artículo, el mismo nombre de Philea está inspirado en la palabra griega antigua philía, es decir, la forma más elevada de amor. De reciente creación, la institución supranacional es el resultado de la integración entre el European Fundation Centre (EFC) y la Donors and Foundations Networks in Europe (Dafne). Con redes en más de treinta países, aglutina a más de diez mil fundaciones cuyo objetivo es trabajar por el bien común en Europa y el resto del mundo. Seis son sus valores: la confianza, la colaboración, la transparencia, la innovación, la inclusión y la diversidad.

La filantropía institucional puede lograr cambios efectivos en la sociedad. Con esta aseveración, Philea es consciente de que las pandemias, el aumento de las desigualdades y la crisis climática no pueden abordarse de manera individual. La filantropía juega un papel clave en el apoyo a la innovación y la asunción de riesgos. Juntos, podemos dinamizar todo el ecosistema filantrópico en aras de lograr los mayores beneficios para la humanidad y construir un futuro sostenible, equitativo, inclusivo y justo.

Sin lugar a duda, la filantropía es un concepto antiguo con mucho futuro. La nueva filantropía se hace preguntas y utiliza las herramientas analíticas con visión estratégica, pero también se mantiene sobre el terreno y muy cerca de la gente, escuchando a las personas y sus necesidades. Se trata de una filantropía capaz de solventar los fallos del Estado y el mercado y de dar respuesta a una enfermedad tan infecciosa y mortal como ha resultado ser el COVID y sus variantes.

 

Las más de diez mil fundaciones que integran Philea están insertadas en las comunidades locales de Europa y, al mismo tiempo, participan en proyectos internacionales.

 

Con la lección aprendida de la pandemia, hoy más que nunca se hace necesaria una figura coordinada, como Philea, que permita la interacción fluida entre los miles de entidades. Habrá otras crisis en el futuro —cambio climático, desigualdad, enfermedad, etcétera— y es fundamental trabajar en red para construir un plan de implementación que agilice la contribución conjunta de las entidades.

El encuentro de Philea – Asociación Europea de Fundaciones – que tuvo lugar en Barcelona a finales de la primavera pasada evidenció el papel creciente de las fundaciones, especialmente en ámbitos tan sensibles como la lucha contra las desigualdades sociales, la mitigación de las implicaciones del cambio climático, y los retos de defender la democracia en todas las sociedades europeas.

El sector filantrópico en Europa necesita hablar con una sola voz, clara y poderosa. Sus esfuerzos deben canalizarse en dos direcciones: eliminar las barreras administrativas entre países para lograr un impacto mayor y, en segundo lugar, reconocer a las instituciones filantrópicas como entidades con derecho a la financiación europea.

Para hacer eso, para convertirnos en faro, necesitamos ser más miembros. Juntos somos más fuertes a la hora de inspirar, conectar y representar al sector filantrópico europeo y mejorar su papel como socio creíble y digno de confianza. Hoy y mañana.

 

(*) Àngel Font Vidal ES Presidente de Philea – Asociación Europea de Filantropía – Y Director corporativo del CaixaResearch Institute y Salud en Portugal de la Fundación ”la Caixa” •••