El colchón de ahorro de las familias potenciará el consumo y la inversión, provocando un shock positivo sobre el gasto conforme culmine el proceso de vacunación

El impacto de la pandemia sobre las cuentas de las familias ha sido más moderado que el sufrido por las empresas debido a que el grueso de las medidas de protección instrumentadas por el Gobierno se ha orientado a aquellas. Así, en el último número de Cuadernos de Información Económica, publicación editada por Funcas, Ma Jesús Fernández explica que el descenso de la renta bruta disponible de los hogares en 2020 fue del 3,3%, inferior al del PIB (-10,8%) y el consumo (-12%), mientras que el excedente bruto de explotación de las empresas bajó un 18%, la mayor caída de toda la serie histórica, y su renta disponible bruta se redujo un 17%.

El artículo constata que las empresas no han contado con medidas de apoyo equiparables a las de los hogares, y junto a una caída histórica en sus resultados, se ha producido un aumento del endeudamiento y de la presión financiera. También se ha incrementado el porcentaje de las que presentan resultados negativos y de las que se encuentran en situación de vulnerabilidad, reflejándose todo ello en una reducción en el número de empresas.

En cuanto a los hogares, una de las consecuencias más llamativas de la crisis ha sido el ascenso histórico de su tasa de ahorro, fruto de una caída del consumo mayor que de la renta. El exceso de ahorro ascendería a 60.000 millones de euros, de los que 32.000 millones corresponderían a ahorro precautorio y 28.000 millones, a ahorro forzoso. Esta bolsa no se va a gastar en su totalidad, pero proporciona un importante potencial de crecimiento al consumo –o a la inversión de los hogares-, de modo que cabe esperar un shock positivo sobre el gasto cuando se levanten las limitaciones a la movilidad y se vaya culminando el proceso de vacunación.

La pandemia no solo ha impactado en hogares y empresas sino que ha alterado, quizá con carácter irreversible, los pagos minoristas. Según el Barómetro de ODF-Funcas, el porcentaje de población que ha realizado algún pago con el teléfono móvil subió desde el 55,7% antes de la pandemia hasta el 63,2% en los últimos meses de 2020. Por otro lado, el uso de aplicaciones para transferir dinero entre particulares (peer-to-peer o P2P), de las que el ejemplo más expresivo en España es Bizum, ha crecido del 62,8% al 75,3%. El artículo de Santiago Carbó, Pedro Cuadros y Francisco Rodríguez analiza los cambios que se han producido en los últimos meses en la demanda de medios de pago de los españoles como parte del proceso de digitalización financiera de la población y apuntan que el cambio más importante se da en los canales de pago digital, con un crecimiento significativo de las operaciones con dispositivos móviles y del uso de las aplicaciones para transferir dinero entre particulares.

Este auge de los pagos entre particulares merece especial atención. Están cambiando los usos e interacciones sociales realizadas con dinero, desde dividir el importe de una comida en un restaurante hasta realizar una donación. Aunque estas plataformas, de creciente penetración también en Europa, arrancan como un medio para transferencias entre particulares, se están extendiendo como posibilidad de pago tanto en comercios online como físicos, convirtiéndose en una alternativa bancaria sólida a la irrupción en los pagos de operadores tecnológicos (Paypal, GooglePay, SamsungPay o ApplePay). Se abren también camino las operaciones con códigos de respuesta rápida (QR) y los de reconocimiento biométrico.

La adopción de objetivos de sostenibilidad, un elemento que atraviesa cada vez con más fuerza el discurso de toda la política económica, ha avanzado de forma destacable en el sector financiero en los últimos cinco años. El artículo de José Manuel González- Páramo analiza el impacto potencial de los riesgos climáticos sobre la economía y la estabilidad financiera. Los bancos centrales pueden promover tomar en consideración los escenarios climáticos alternativos en las pruebas de estrés y promover su integración en la gestión de riesgos de las entidades. Para catalizar el cambio y en su papel de financiador de la economía, las entidades tienen la oportunidad de orientar los flujos financieros según criterios responsables y sostenibles. También pueden promover con sus stakeholders los objetivos de la lucha contra el cambio climático y ofrecerles orientación sobre cómo contribuir a los mismos. Pero la emergencia climática genera también oportunidades para el sector financiero ante el creciente número de inversores que desean un destino “verde” para sus inversiones, con un sistema de información transparente y auditado.

La necesidad de mejorar la demografía empresarial española y el clima de negocios, promoviendo el emprendimiento y el aumento del tamaño y eficiencia de las empresas, es uno de los once ejes que configuran las principales reformas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Emilio Huerta, Alfonso Novales y Vicente Salas explican en su artículo que las empresas más productivas son las que ganan cuota de mercado y dimensión, en referencia a la creencia de que el reducido tamaño de las empresas es el causante de la baja productividad de la economía española. El diagnóstico sobre los problemas del emprendimiento en España es así diferente al que se realiza en algunos documentos oficiales: no es el tamaño el que determina la productividad, sino la baja productividad la que explica el reducido tamaño de las empresas. Aun estando de acuerdo en revisar los efectos de las medidas regulatorias que pueden afectar al tamaño de las empresas, habría que centrarse más en factores internos como la tecnología que soporta el modelo de negocio, la estrategia competitiva y el capital gerencial, antes incluso que en la problemática de la financiación. •••