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Tras la primera semana del Covid-19, la Fundación Tomillo puso en marcha una plataforma digital con la intención de mantener conectados con sus diversos programas de apoyo educativo y formación a sus más de 1.600 alumnos participantes, la mayor parte jóvenes entre 4 y 19 años. ‘Tomillo ON Line’ es la respuesta educativa e integradora a la crisis rampante desatada por el coronavirus entre los más vulnerables.
Desarrollada contra reloj, Tomillo ON Line “ha sido una total revolución, no solo para los jóvenes, sino también para nuestros profesores”, dice la presidenta de Tomillo, Carmen García de Andrés. “Lo hemos arrancado todo ahora, pues solo teníamos en digital la Formación Profesional en Informática y poco más”. En tan solo una semana, el equipo encargado de la digitalización en Fundación Tomillo se ha enfrentado al reto de evitar que los chicos se quedasen descolgados de sus respectivos colegios o programas de enseñanza. “Nuestros informáticos son otros de los grandes héroes de ahora”, proclama Carmen.
Se diría que el Covid-19 ha supuesto una inyección de adrenalina para la Fundación Tomillo y su vocación de entidad socioeducativa, de escuela de segunda oportunidad. Se han habilitado nuevas herramientas para salvar las dificultades y continuar luchando por materializar su ideario de siempre: conseguir que todos tengan las mismas oportunidades, el acceso a una educación de calidad y al pleno desarrollo personal, con independencia del nivel socioeconómico y las circunstancias sociales y familiares.
Por otra parte, y tal como cuenta su presidenta, en la Fundación Tomillo trabajan 230 personas que también quedaron descolgados de sus tareas habituales debido a la reclusión obligatoria, salvo los educadores del programa de jóvenes tutelados, distribuidos en los 3 pisos que tiene en funcionamiento la entidad y, por tanto, abocados a continuar al pie del cañón. Saltar esa enorme brecha espacial que creó de un día para otro el Covid-19 fue un gran desafío que superamos con éxito en tiempo récord. “La primera tarea fue mantener conectados a todos nuestros profesionales a través del ordenador y el teléfono”. Objetivo ya conseguido, asegura Carmen García de Andrés.
Los pequeños, más afectados
Más complicado es hacer lo propio con los alumnos, en especial con los más pequeños, englobados en el programa ‘Escuela y Comunidad’, que afecta nada menos que a unas 620 familias. Este es el sector más desfavorecido, pues los chicos que aún están en el colegio, al contrario que los de Formación Reglada, han visto incrementado aún más el riesgo de abandono debido a la pandemia. Tal como relata Ángel Serrano, director general de Tomillo, “a la brecha social se han añadido dos o tres brechas más, como la brecha digital, que ahora hemos constatado en toda su crudeza por el confinamiento de las familias, la brecha económica, que ya les venía machacando y que ahora, sencillamente, ha dejado sin ingresos a muchos, y la brecha educativa, al quedarse descolgados del colegio”.
El aislamiento social obligatorio ha acelerado de manera exponencial los esfuerzos por la digitalización del colectivo con el que trabaja la Fundación Tomillo, la inmensa mayoría jóvenes, golpeados por circunstancias familiares y económicas adversas. Y cuanto más jóvenes, más dificultades.
En Fundación Tomillo hay una línea de trabajo especial para ellos, para familias con niños de hasta 6 años. Tomás Borgogna es el coordinador del programa ‘Crecer Felices en Familia’, que disfrutan unos cien hogares. “Esta crisis nos ha pillado desprevenidos, porque estos son programas presenciales, en los que los educadores imparten talleres con las madres y los niños”.
Este ha sido el desafío, dar una respuesta a la súbita brecha de comunicación entre los más vulnerables, que padecen la brecha digital de manera aguda, no sólo por la falta de hardware en los hogares (ordenadores, tablets, móviles), sino también por la ausencia de conexión wifi y/o la carencia de datos en los Smartphones. Así́ es muy difícil evitar la desconexión con la escuela en plena pandemia.
Familias vulnerables
En España el 61% de los alumnos de las familias más aventajadas tienen tres o más ordenadores en casa, mientras que el 44% de las desaventajadas tienen solo uno y el 14% ninguno, según el último informe PISA de la OCDE. Sin embargo, entre los que atiende Tomillo, el 50% no tiene ninguno. Además, un 23% no dispone tampoco de señal wifi y un 20% sencillamente no tiene datos en el móvil. Eso sí, tan sólo el 13% de estas familias no tiene smartphone, que es la tecnología más extendida, de ahí́ la importancia que ha cobrado.
Fundación Tomillo ayuda a estas familias y a sus hijos, a los que el colegio no llega eficazmente, para que no se descuelguen de las tareas escolares, a las que ahora no pueden acceder por falta de medios. Y también, por supuesto, ofrece un apoyo integral, también en el ámbito emocional y económico, intentando cubrir las necesidades básicas, como la alimentación, que también supone un gran reto en muchos casos, cuando los ingresos se reducen a cero debido al desempleo.
De estas familias, apunta Tomás Borgogna, “muy pocas tienen ordenador, solo 6 o 7, pero en cambio todas tienen móvil. Al menos uno. El teléfono es la clave, nuestra puerta de acceso”. Por ello hay que proveer también de suficiente recarga de datos, para lo cual se están ofreciendo tarjetas SIM, y así́ poder ofrecer videos educativos y otras herramientas digitales a través de las redes de comunicación social que dominan, como WhatsApp, Facebook, YouTube, etc.
El éxito de Tomillo es que, gracias al empeño puesto, “más del 98% de estas familias han seguido manteniendo el contacto con nosotros y nos agradecen, aunque sea, una comunicación por teléfono”. “Muchas familias no están familiarizadas con el correo electrónico, que normalmente nos parece algo muy básico, pero en cambio sí conocen las redes sociales muy bien. No conocen las herramientas ofimáticas, pero sí las redes. Es como hablar de la lengua oficial y los dialectos. Aprovechando ese conocimiento informal es como conseguiremos que se enganchen a contenidos estructurales”.
El hilo conductor de Fundación Tomillo, ya sea de manera presencial o, como ahora, intentando salvar la brecha digital, es conseguir la ‘equidad educativa’, considerada una de las palancas fundamentales para la reducción de la pobreza y la desigualdad social. Esto no ha cambiado. En Tomillo se busca promover el desarrollo del talento de cada joven y desarrollar su máximo potencial, acompañándolos y empoderándolos. Ahora, sencillamente, el Covid-19 ha acelerado el proceso de transición desde una formación presencial, más ‘clásica’, hasta la modernidad de la digitalización y las conexiones en red.
El móvil, instrumento clave
Es curioso como un aparato tan denostado habitualmente en la educación normalizada como el móvil, prohibido ya en muchos colegios, cobra ahora una importancia capital. “El móvil es un elemento de comunicación espectacular, utilicémoslo bien”, afirma el director general de Fundación Tomillo. En estas circunstancias, “el móvil es para nosotros el elemento básico”, asegura. Muy por encima de ordenadores o tablets, mucho más escasos entre estas familias.
El coronavirus, si algo ha tenido de positivo, es que ha obligado a replantear muchas cosas. En los modelos de convivencia de la sociedad en general y en las organizaciones dedicadas a la educación en particular. “Nos ha hecho replantearnos todo. Es una oportunidad para acelerar la digitalización y para otras muchas cosas”, dice Ángel Serrano, como la relación entre la educación formal, la que imparten los colegios, y la no formal, como la de instituciones como Fundación Tomillo. “Estamos llamados a colaborar y trabajar juntos, y en lo digital estamos aprendiendo para el día después”.
El absentismo escolar es otra gran preocupación, ya que la pandemia del Covid-19 ha acentuado este fenómeno. “Muchas de las necesidades de las familias las imaginábamos, pero ahora se agudizan”. Necesitan ayuda tecnológica, pero también apoyo en alimentación básica, alquileres, luz, teléfono, etc. “Y además, las familias sin papeles son invisibles a los recursos públicos”, cuenta Ángel Serrano. Aunque todos los medios son pocos, “Tomillo ya ha repartido más de 120 ordenadores en Formación Profesional y Educación Secundaria, con lo cual este sector está casi cubierto. En una semana esperamos resolver el problema de los móviles y, en tercer lugar, está el asunto de las tarjetas SIM, con datos y voz, tan necesarios en este momento”.
La presidenta de Tomillo también aporta algunas cifras clave. “En los barrios más vulnerables, entre el 25 y el 30 por ciento de jóvenes en edad escolar se han descolgado ya de la escuela. Nuestra labor es intentar mantener el contacto, incluso con los propios colegios, con los que ahora también cuesta mucho hacerlo. Si mantenemos el hilo, cuando salgamos de esto los podremos reenganchar”.
Según Carmen García, “esta crisis supondrá́ un antes y un después en la manera de trabajar con nuestros alumnos y participantes, de relacionarnos con ellos y de mantenernos vinculados. A través del online puedes tener un contacto diario sin requerir muchos más recursos, e incluso hay chicos que pueden tener un apoyo online casi total. A partir de ahora tenemos que hacer una reflexión radical”. Porque, como concluye Ángel Serrano, “ahora es cuando se constata que al menos hay dos mundos, el Norte y el Sur, y el Sur de Madrid vive situaciones muy delicadas”.•••