María Cruz-Conde

“Algunos patronatos se resisten a dejar de hacer lo que han hecho siempre” explica María Cruz-Conde, Co-directora de la Open Value Foundation, en la entrevista que publica este mes el anuario “101 Fundaciones 2021”, que se edita y distribuye conjunta e inseparablemente con el número de noviembre, el nº 176, de la Revista Consejeros.

 

Cuando los promotores de la Open Value Foundation se dieron cuenta de que la dependencia y la verticalidad en la relación económica que mantenían con los proyectos sociales a los que apoyaban no eran “higiénicas”, cambiaron la forma de enfocar su labor y decidieron añadir a la filantropía, los atributos de la inversión tradicional, ponerlas a trabajar juntas, para hacerlas eficientes y rentables. Encontraron inspiración en una experiencia brasileña, y en España le han dado forma de alianza entre once fundaciones, el Fondo de Fundaciones de Impacto, un concepto innovador para ayudar a los más vulnerables a abandonar la precariedad..

La idea de crear el fondo ¿proviene del entorno económico que deja la pandemia o es anterior a ella?
 La idea es previa y, de hecho, empezamos mucho antes. La pandemia en este sentido nos ha ayudado porque la mentalidad de muchas personas ha cambiado en este tiempo. El Fondo de Fundaciones no es una idea original nuestra, sino que nos inspiramos en una experiencia desarrollada en Brasil. En un Foro Demos, que organiza anualmente la Asociación Española de Fundaciones para reunir experiencias internacionales, una persona de la representación de Brasil nos comentó que para conseguir involucrar a las fundaciones en este sector, habían hecho un piloto en el que habían pedido a diferentes organizaciones de la sociedad civil, institutos como se llaman allí, una dotación para empezar a practicar la inversión de impacto. La historia nos encantó y pensamos que encajaba con el concepto innovador de desarrollo social que teníamos en la cabeza, de mezclar nuestros conocimientos de filantropía con nuestros conocimientos de inversión, poniéndolos a trabajar por un mismo fin. Estamos entonces a finales del año 2018.

¿Han encontrado muchas reticencias por parte de las fundaciones a destinar capital a los emprendedores de impacto? En el sector se está acostumbrado a financiar, pero lo de obtener rentabilidad…
 Fue muy difícil, había muchas resistencias mentales. Tenemos muy naturalizado que si una empresa gana dinero “haciendo el mal”, está fenomenal, pero si una empresa gana dinero haciendo el bien, entonces nos parece fatal. Se vive esa dualidad y no debería. No somos unos usureros que intentamos lucrarnos de los problemas, sino buscar soluciones más sostenibles a los problemas sociales. En aquel Foro Demos de 2018 fuimos a explicar el concepto de nuestra fundación y nos cerraron bastantes puertas, no terminaba de calar el mensaje. Además, poníamos en el centro el rol que tienen las fundaciones en la inversión de impacto. Por sus muchos años de conocimiento son los que saben gestionar los impactos generados, llegan donde la administración no llega. Para acabar con los problemas, tanto en la administración pública como en la filantropía es necesario el capital privado. Eso es lo que nosotros decimos: ¿Y si ponemos todo a trabajar junto? Primero como catalizador, después como venture philantropy, y posteriormente como inversión de impacto, por fases. Cuando escuchamos al brasileño Fabio Deboni en el Foro, de inmediato pensamos que esa era la mejor propuesta para convencer a las fundaciones de empezar a hacer esto. El había conseguido que cada fundación pusiera unos 100.000 dólares y además, pretendían, directamente, crear un fondo, invertir e ir aprendiendo del propio proceso de inversión, es decir, algo que en España no funcionaba. El siguiente paso era adaptarlo a España para poder introducirlo.

11 fundaciones reunidas 3

¿Cómo? Por supuesto, reduciendo mucho las aportaciones y sin comprometerles a nada desde el inicio. Tan poco obligatorio era, que les dijimos que no queríamos el dinero por delante, sólo cuando estuvieran convencidos. El siguiente paso es realizar seis sesiones de formación sobre inversión de impacto, venture philantropy, sobre medición y gestión del impacto, el eco-sistema de la inversión de impacto, análisis de experiencias reales y casos de éxito, cuáles son los vehículos financieros más habituales, y todo ello de forma gratuita. La Open Value era una fundación de reciente creación y necesitábamos partners, y ahí es donde conseguimos la colaboración de Anesvad, que sí que invierten parte de su patrimonio en fondos de impacto social, y de la Fundación Ship2b, que organiza cada año el foro de fundación de impacto más importante de España. El objetivo era que al final de la etapa de formación las fundaciones salieran convencidas, y conseguimos el interés de 14, pero en ese momento la pandemia se cruzó y algunas de ellas tuvieron que abandonar el proyecto para reubicar el presupuesto que pedíamos a situaciones de vulnerabilidad que en ese momento eran más prioritarias. Finalmente fueron 11 fundaciones las que se unieron.

La inversión de impacto en España es muy incipiente, pero según quién proporcione las cifras, el volumen puede variar ¿puede darnos alguna cifra actualizada? Las cifras del informe de junio de 2021 de Spain NAB, que es el Consejo Asesor Nacional para la Inversión de Impacto, que representa a España ante el GSG, que a su vez es una fundación inglesa con vocación de grupo supranacional que monitoriza la inversión de impacto a nivel mundial, apuntan que en España existen actualmente 2.378 millones de euros de activos bajo gestión categorizados como capital destinado a inversión de impacto, de los cuales sólo un 22, 6%, es decir, 536 millones, corresponden a fondos de gestoras especializadas en inversión de impacto, fon- dos de impacto de gestoras tradicionales y fondos corporativos de impacto. Creo que en poco tiempo, al igual que en la inversión value se habla del deep value, tendremos que hablar también del deep impact.

¿No hay cierta confusión con tanto concepto vinculado a la inversión ESG?. Por ejemplo, ustedes mismos en sus programas de formación hablan de términos distintos, inversión de impacto, venture philantropy… Sí, ahora mismo es una especie de cajón desastre. En concreto, sobre inversión de impacto y venture philantropy, depende de quién te responda; de si es un financiero o una persona dedicada a temas sociales. Para mi, el principal matiz es el retorno esperado. En la inversión de impacto se esperan retornos de mercado, mientras que la venture philantropy está dispuesta a sacrificar el retorno, puede tener una rentabilidad menor que la del mercado. Otra cosa es plantearnos cuáles son esas rentabilidades de mercado, ¿cifras de dos dígitos, quizás? Lo que sí creo es que la venture philantropy como tal se adapta mejor a las necesidades del emprendedor social y tiene un enfoque con tres patas especiales: asistencia técnica, se adapta a las necesidades de financiación y al instrumento financiero y cuenta con la medición de la gestión del impacto porque el impacto está en el core y es el faro de guía. Es decir, quiero contribuir a solucionar esta problemática social y lo voy a hacer de esta manera, con este modelo de negocio, pero nunca se desvía de cuál es la solución al problema. Cuando dotas fondos en venture philantrophy acompañas a los emprendedores sociales de una manera mucho más exhaustiva. Estudio tus cuentas financieras y estimo si lo que te corresponde es deuda o te compro equity. En definitiva, es un capital más amable y más paciente.

Entonces, el retorno de mercado no está marcado, pero alguna referencia habrá cuando van a invertir en un proyecto ¿en qué horquilla se mueven? Es que tú me estás preguntando por el entorno de la fundación, y la fundación no tiene ningún tipo de ánimo de lucro, sólo tiene un pequeño fondo de venture philantropy. Además, en este caso aplicamos un modelo totalmente híbrido en el que nos adaptamos al emprendedor social que tiene una startup para solucionar un problema social concreto que coincide con nuestra teoría del cambio. Lo estudiamos y decidimos que sus necesidades requieren un préstamo de 25.000 euros, por ejemplo, pero además le voy a dar otros 25.000 euros. En total, le estoy dando 50.000 euros, pero sólo me tiene que devolver 25.000 a un 3-4% de interés pero a lo mejor le pones dos años de carencia. No tenemos nada escrito. Lo que queremos es que nos vuelva el dinero para poder invertir en el siguiente proyecto, cuánto más nos vuelva mejor, ya que más podremos hacer. El impacto que generamos es exponencial pero no tenemos que rendir intereses a ningún partícipe. Tratamos de acompañar al emprendedor en todo momento, pero también de buscarles negocio, de pre- sentarles a otros partners y buscarles otros inversores, siempre y cuando mantengan en todo momento su vocación social porque si no surgen las tensiones. Cuando hablamos de gestoras de fondos, que no es nuestra fundación, pero sí la gestora hermana que tenemos, Global Social Impact Fund, y gestionan dos fondos de impacto, ellos sí necesitan generar retornos de mercado porque se deben a sus inversores, además de a su fin social. Ahí es donde, a la hora de elegir entre alcance y profundidad, surgen tensiones. Que una empresa facture más, generalmente es una cuestión de alcance, mientras que desde el impacto siempre buscamos la profundidad, y en este punto nos peleamos, hay que buscar el equilibrio ¿Qué es más importante dedicar recursos a que sepamos muy bien el impacto que estamos generando o a que el equipo comercial venda más?

En este modelo híbrido entre la filantropía
y la inversión ¿puede ponernos algunos ejemplos que hayan funcionado?
 Cuando son aciertos se acierta por muchos factores, igual que cuando son fallos uno se equivoca por otros muchos. En nuestra cartera de venture philantropy tenemos un proyecto en España que se llama Apadrina un olivo, y cuyo fin es recuperar el olivar de Oliete, en Teruel, que es Patrimonio de la Humanidad. El retorno aquí es muy amplio: se han generado en la zona 10 nuevos empleos, devolviendo la vida a una zona de la España vaciada, mitigado las emisiones de CO2, se han recuperado más de 10.000 olivos para la venta de un aceite de oliva y de unas verduras envasadas únicas, se ha construido una almazara social, el pueblo ha aumentado las visitas de turistas en más de 18.000 personas, los bares se han vuelto a abrir, hasta se ha logrado salvar el cierre del colegio. Otro de nuestros proyectos favoritos es el de dos emprendedoras que buscaban dinero para patentar una maquina que convirtiera la cáscara de arroz en biocarbono, que a su vez sirve para abonar la tierra, es decir, un ejemplo de economía circular. Para los pequeños agricultores camboyanos, esto significa , primero, que pueden generar un ingreso por vender la cáscara de su arroz, y segundo, que gracias al abono de biocarbono sus tierras se hacen mucho más productivas y, en lugar de tener una cosecha, pueden tener dos, y esta segunda la pueden destinar a venta. Además, estás sustituyendo los productos químicos por un componente vegetal.

Y en el lado contrario, ¿Tienen algún proyecto fallido y que les haya servido de aprendizaje?
 Aquí lo único que te puedo decir es que hay un par que es probable que terminen siendo donaciones. Evidentemente, el dinero prestado no se lo vas a pedir. Lo que pasa es que aún tenemos la esperanza de que revivan. Darte más detalles sería dar un mensaje muy negativo para los propios emprendedores, pueden pensar que ya les damos por muertos, y no. No contamos con que todos los proyectos consigan una rentabilidad. También hay que considerar la aversión al riesgo que tienen las fundaciones, es una resistencia mental que no ayuda. Al igual que tampoco ayuda el protectorado, cuya regulación sobre la inversión de impacto está en una especie de limbo y hay muchos requerimientos al respecto.

Pero al menos ahora hay un protectorado único, que ha sido una reivindicación recurrente de la Asociación Española de Fundaciones…. Las fundaciones tienen muchos factores en su contra, no solo el protectorado, también los patronatos. Algunas tienen patronatos que no les hacen ni caso, pero los que les hacen caso impiden muchas veces muchas cosas, porque no entienden, porque se reúnen una vez al año, etc, de hecho, algunas de las organizaciones que se salieron del Fondo de Fundaciones fue porque el patronato al final no lo vio claro y rehusó participar en la propuesta. Uno de los requisitos para entrar en nuestro proyecto era que las personas que acudieran al curso y que estuvieran involucradas en el proceso fueran personas con la capacidad de tomar decisiones, eran directores de área, de departamento, bien, pues aún así muchos patronatos no les dejaron. Siempre se ha recomendado tener patronatos fuertes, pero a veces éstos no contribuyen a eliminar obstáculos porque se resisten a dejar de hacer lo que han hecho siempre.

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