INFORME
101 FUNDACIONES • anuario 2024
OPINIÓN
El impacto como vector de confianza
Salvador García-Atance
Presidente de Fundación Lealtad
La palabra confianza tiene muchas implicaciones. Es un término sencillo que encierra un significado complejo y variado en matices. Cuando hablamos de confianza en las instituciones, podemos referirnos a que confiamos en que saben lo que hacen y en que lo que hacen es lo adecuado, lo correcto. También podemos referirnos a que hacen bien las cosas y lo hacen de la mejor forma posible, o en realidad nos referimos a todo ello en conjunto.
El Barómetro de la Confianza que elabora Edelman anualmente, pone el foco en varios de estos matices de la confianza, y compara la percepción que tenemos de varias instituciones en cuanto a su desempeño ético (hacen lo correcto) frente a su competencia (hacen bien lo que hacen). En España, las ONG están ligeramente por delante de las empresas en la dimensión ética, pero significativamente por detrás en la dimensión competencia.
Que la tendencia en el Barómetro sea que las empresas sean las instituciones en las que más se confía ha sido suficientemente explicado. Me gustaría explicar por qué creo que las ONG no salen bien paradas en términos de competencia y qué podemos hacer desde el tercer sector para dar la vuelta a esta situación.
Las entidades no lucrativas cubren un espacio necesario en nuestra sociedad junto a los demás sectores, público y privado, poniendo el foco y apoyando causas relevantes, atendiendo a las personas vulnerables y no dejando a nadie atrás. Pero ¿trasladan correctamente al resto de la sociedad la relevancia de su papel? ¿Trasmiten las importantes repercusiones de su trabajo para la sociedad en su conjunto? ¿Somos conscientes de cómo sería nuestra sociedad actual sin la labor de las ONG?
Recientemente asistí a una charla de Sir Ronald Cohen, el llamado padre de la inversión de impacto. Planteó que en los últimos años hemos asistido a varios cambios significativos que condicionan y definen el ecosistema y la forma de trabajar de las empresas y, por ende, de todas las instituciones. Mencionó los cambios en los valores de las generaciones más jóvenes que priman componentes sociales y/o medioambientales en sus decisiones de compra o de empleo. También los cambios tecnológicos, muchas veces disruptivos, que modifican la forma de operar y el papel que juegan los diferentes grupos de interés. Y, por último, habló de la Revolución del Impacto. Para Cohen, el término «impacto» es un movimiento que intenta combinar el crecimiento social y medioambiental con la ganancia de dinero. A partir de este, emerge la inversión de impacto que nos ayuda a medir y evaluar cómo influimos nosotros y las empresas en el entorno para traducirlo en impacto positivo.
El impacto, indica Cohen, será la unidad de medida del éxito de una institución, por tanto, la medición, cuantificación y comunicación de dicho impacto será lo que determine que sea elegida por sus clientes.
Llegados a este punto, ¿están las entidades sociales midiendo, cuantificando y comunicando adecuadamente su impacto? Creo que la respuesta es que no y que esto explica, al menos en gran parte, la baja percepción de su competencia. Lo que no se mide, no se puede mejorar, dijo el físico y matemático William Thomson Kelvin, una frase aplicada en muchos ámbitos de gestión, que resume la situación del impacto para muchas instituciones y también para las entidades no lucrativas. Hay que medir el impacto para poder mejorarlo y también para poder trasladarlo y que sea percibido y valorado.
Sin duda, medir y cuantificar el impacto es costoso, y es una inversión a medio plazo en términos de personas y tiempo. Hay varias escuelas y metodologías para ello y algunas entidades sociales han iniciado este camino, pero en un sector en el que se calcula que hay más de 27.000 ONG, podemos pensar que aún son la excepción. La dificultad, sin embargo, no puede distraernos de la importancia que tiene la orientación hacia la generación de impacto y su posterior comunicación.
Desde Fundación Lealtad creemos que es tan relevante que lo hemos incorporado en los Principios de Transparencia y Buenas Prácticas, cuyo cumplimiento permite a una ONG obtener el sello Dona con Confianza. Para que sea accesible para cualquier entidad social, lo hemos simplificado proponiendo que los órganos de gobierno reflexionen periódicamente sobre cuestiones como las desviaciones entre los resultados planificados y los obtenidos, el sentido de la misión de la entidad en el contexto actual, la identificación de potenciales efectos negativos … Es una forma de empezar un camino en el que necesariamente hay que avanzar. El impacto es uno de los vectores sobre los que se construye la confianza en las instituciones, las del tercer sector, las ONG, incluidas. •••
“¿Están las entidades sociales midiendo, cuantificando y comunicando adecuadamente su impacto? Creo que la respuesta es que no y que esto explica, al menos en gran parte, la baja percepción de su competencia”